Conversación en un día de lluvia y reencuentros

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Capítulo anterior.

—Hiccup...

—¿Sí? —musitó con los ojos cerrados.

—¿Quieres que haga algo de magia para calentar la casa?

—ay, ese tipo de magia hace que me sienta sofocado.

—Lo sé, me pasa lo mismo.

—Mejor acércate a mí. —pidió juguetonamente y esperando alguna clase de respingo.

Pero sorpresivamente, ella accedió, sin decir nada, Astrid recargó su cabeza sobre su hombro, mientras que por debajo de la colcha puso una mano sobre las de él y más al sur, entrelazó sus piernas también, para darle calor.

"Que chica tan rara" — pensó Hiccup sonriendo entre sueños, después de mucho tiempo, sentía que volvía a ser feliz.

Capítulo 46.

Conversación en un día de lluvia y reencuentros

La noche de tormenta había pasado, dejando sólo rezagos de una leve brisa que seguía cayendo a lo largo de todo el campo y por encima de la solitaria casita que se encontraba entre en un mar de hierba alta, dentro de esta, específicamente en la única habitación que había, un par de hechiceros dormía plácidamente, cada uno por su lado.

A ciertas horas de la noche, cada uno entre sueños había cambiado de posición, Hiccup engarruñado en la orilla, acaparando parte de la cobija, y Astrid volteando hacia el lado de la pared y sacando una de sus piernas de entre las cobijas cuando sintió una sensación de calor y frio que equilibró solo dejando una pierna dentro de la cobija; sin embargo, cuando su pierna expuesta resintió nuevamente el frio fue que despertó dando una serie de parpadeos.

Somnolienta, lo primero que miró fue a la pared de madera que conformaba la casa, no la reconoció en un primer instante por lo que se giró hacia su frente para ver hacia el techo que también desconoció por unos breves segundos, hasta que rememoró todo lo sucedido el día anterior y que la hizo finalmente girarse hacia aquel que la acompañaba en la cama y que estaba hecho un ovillo, dándole la espalda.

idiota. —pensó con una leve sonrisa, al ver cómo poco a poco le estaba quitando toda la cobija.

Miró después hacia la ventana, la cual mostraba que era ya de día, aunque claro, aún nublado y lluvioso por la leve brisa que alcanzaba a ver que aún caía.

El día estaba como para quedarse en cama todo el día, pero, como siempre, había algunas cosas que no permitían que eso fuera así; así que comenzó a levantarse con cuidado para evitar despertar a su compañero o mejor dicho a su ahora novio.

Lentamente se quitó lo que le quedaba de cobija y arrastrándose lentamente a lo largo de la cama, salió de lado contrario de la cabecera. Hiccup ni siquiera se inmutó con los movimientos y siguió durmiendo, para alivio de Astrid que, después de hacer unos estiramientos, se fue de puntitas hacia donde estaba el sanitario.

Una vez que hizo lo propio que demandaba el cuerpo, pudo darse cuenta de que la casa necesitaba un poco de mantenimiento pues la cañería había hecho un ruido espantoso al usar el inodoro y el lavamanos casi le había escupido el agua cuando abrió la llave, dejando salir primero un chorro de agua sucia que después se volvió clara y más tranquila conforme fluía.

—Ay, está heladísima. —se quejó al sentir el agua en sus manos.

Se giró hacia donde estaba la regadera y descartó por completo el darse un baño, a menos de que hiciera funcionar un pequeño calentador que había recordado estaba por fuera de la casa, aunque dudó que a esas alturas hubiera gas con que echarla a andar, por lo que tuvo que conformarse por lo pronto con el agua fría.

La maldición que nos une (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora