Mágica Navidad Pt 2

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¿Actualización en lunes? Síiii :D

Capítulo anterior.

—Perdóname Astrid. —escuchó decir a Zephyr, quien de inmediato se lanzó a sus brazos. —Pude sentir lo que tú sentías, y lo que Nuffink. —confesó apretándola. —perdónenme...

Aquello descolocó a la hechicera, su pregunta anterior había sido respondida: su magia, no había surtido efecto en Zephyr y por lo que veía tampoco en Nuffink, quien de inmediato se aferró a ella diciendo lo mismo.

Su corazón sufrió un vuelco en ese momento, y casi sintió que se le paralizaba, más al ver cómo ambos despedían cierta energía con su cercanía.

¿El egni? —pensó confundida.

Pero no sólo eso, este chocaba con el suyo como un imán de polos iguales, lo cual significaba que habían repelado la magia de su canto. Un singular detalle que sólo pasaba con aquellos que tenían el mismo don, el don que le había heredado su madre.

—Ay dioses...—susurró para sus adentros asustada. —Son mis hijos...

Capítulo 19

Mágica Navidad

Parte 2

Año 1993.

— "La música es mágica", les pido por favor, siempre recordarlo.

—¿Por qué, mamá? —preguntó una niña de 11 años que estaba sentada frente a un piano, mientras que otra más pequeña, con mala cara, sostenía un pequeño violín con su respectivo arco.

—Porque... simplemente es... mágica. —respondió la adulta encogiéndose de hombros. —La música es capaz de sanar las heridas, tanto físicas como espirituales, tiene el poder de atraer a los seres humanos y criaturas, mucho cuidado con esto. También tiene el poder de ¡motivar, a hacer cosas que jamás harían! pero también, si se lo propone, a destruir. —explicó con una sonrisa.

—Yo preferiría destruir monstruos con una espada o una hacha. —resopló la menor de todas con sus mejillas infladas.

—Yo también. —admitió su hermana mayor.

Brianda se sorprendió y sonrió.

—Ambas tienen el carácter de su padre. —admiró dando una risita. —Sin embargo, como su madre, es mi deber hacer esto con ustedes, porque ambas heredaron una parte de mí, una parte muy hermosa que espero que con el tiempo logren apreciar, tal como yo lo hice de tal manera que fue lo que forjó mi hermosa arma...—dijo mostrándoles un adorno que se conformaba de varias plumas hechas de un deslumbrante y blanco metal que se sostenían de su oreja y se alargaba hasta un poco más de la mitad de su cabeza y, por debajo, alcanzaba a llegar hasta a su boca.

Camicazi bajó del banquito para acercarse a su madre y admirarlo.

—¿Qué es eso mamá? Nunca nos lo has dicho. —preguntó curiosa. —¿Cómo se usa?

—No lo sé. En realidad, nunca lo supe. Su abuelo se molestó mucho por eso. —recordó nostálgicamente, mientras se lo mostraba a su hija. —Luego pensó que los Hofferson podrían ayudarme a averiguarlo, pero ni ellos lo supieron.

Astrid también se acercó para admirar aquella peculiar "arma", pero no le encontró ninguna utilidad, sólo parecía ser un ornamento muy bonito.

—Pero... volviendo al tema niñas, la música, de cualquier modo, es mágica, ustedes heredaron ese don, el don para interpretarla en cualquiera de sus formas, entre estas...

La maldición que nos une (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora