"El día de San Valentín a llegado a Los Santos"
Horario soltó un alarido de dolor antes de enterrar su cabeza entre sus rodillas y abrazar sus piernas. Comenzó a sollozar desconsoladamente. Gustabo, a un lado de él, le dio un par de palmaditas en la espalda recargando su peso en la pared detrás de él.
—¡Qué perro es! ¡Hay que ser miserable para cancelar un día antes de San Valentín! —chillo Horacio desesperado.
—Ya, ya. Todo irá bien —murmuró Gustabo intentando consolarlo.
—¡Gustabo! —grito.
—¿Pero qué cojones quieres que yo haga? ¡No fui yo quien te corto!
Al oír esa palabra, Horacio comenzó a llorar de nuevo. Gustabo suspiro exhausto.
Horacio había estado siendo cortejado por un apuesto hombre durante un mes y, justo un día antes de San Valentín, aquel sujeto decidió terminar toda la relación sin dar una excusa válida.
El menor de los dos estaba destrozado pues había preparado todo el día para pasarlo con su "amor", pese a que ni un beso se habían dado.
—No te merece —gruñó el rubio cruzado de brazos—. ¡No te merece! Era una persona asquerosa de todos modos.
—¿Pero qué dices? Era buena gente —admitió logrando que su amigo tronara la boca molesto.
—Tu no ves la maldad de nadie —susurró con cierto rencor antes de suspirar—. Podemos hacer lo de siempre —sugirió desviando la mirada.
En lo que llevaban de vida, ninguno de los dos había pasado San Valentina con alguna pareja por lo que, en ese día, se encerraban en su casa viendo la televisión y comiendo dulces con descuento. Gustabo se convertía en la muñeca personal de Horacio al permitirle practicar su maquillaje en él o incluso pintarle las uñas.
—Tenía todo el día planeado —se quejó Horacio mirándolo de reojo—. Solo quería pasarla con alguien que me tratara bien para variar.
—¿Y yo qué?
—Es diferente, Gustabo. —hizo una pausa antes de continuar—: esperaba que me recogiera en la puerta vistiendo un elegante traje y me diera unas hermosas flores. Luego iríamos a un fino restaurante, ¡ahora no podré hacer nada de eso! ¡Tendré que comer dulces baratos, Gustabo!
El rubio se cruzó de brazos al mismo tiempo que ponía los ojos en blanco exasperado de los chillidos de su amigo, aunque lo escuchaba con atención.
Horacio se tumbó en el piso melodramáticamente soltando un lastimero quejido.
Hizo un mohín con los labios un tanto molesto por la actitud infantil del de cresta, sin embargo, en su mente una tonta idea se formaba en su cabeza. Con tan sólo pensar en ella, su rostro adquirió un tono rojizo y escondió la cara entre sus manos negándose a que Horacio lo viera de esa manera.
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El catorce de febrero llegó, Horacio estaba sentado en el sofá de la casa que compartía con Gustabo vistiendo un colorido pijama mientras esperaba que su amigo rubio llegará con los dulces que fue a comprar.
Se estaba tardando.
El de cresta despeinada bostezo antes de tomar un puñado de las palomitas que acababa de preparar y meterlas en su boca buscando algo interesante que ver en la televisión.
Cuando por fin encontró una película digna de admirar, el timbre de la casa sonó con estridencia asustándolo un poco.
—¿Gustabo? —murmuró para sí mismo—. ¿Te olvidaste de las llaves, perro?
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Historias Gustacio/Pogacio
Fiksi Penggemarhistorias de: @lovsscherry / 𔘓lαlα @Emil_neul / Emil Neul Derechos a su respectivos creadores