"Ninguno de los dos quería perder en aquel juego que ellos mismos iniciaron, no habían límites con tal de que uno de los dos saliera victorioso" ♥️
Sintió de nuevo esas grandes manos sobre su cadera, se removió un poco tratando de soltarse del agarre pero era bastante fuerte, volteó sobre su hombro y se encontró de nuevo con esa sonrisa burlona. Le dió un empujón haciendo que su cadera se echara hacía adelante.
—Para ya guarro. — trató de aguantarse la risa fingiendo molestia intentando retirar las manos morenas que lo tenían aprisionado. Se encogió de hombros cuando lo escuchó reír cerca de su oreja provocándole cosquillas.
—A que te gusta. — volvió a reír acercando el trasero del rubio contra su cadera volviéndole a dar un par de empujones simulando una penetración. —¡Auch!. — se quejó e inmediatamente lo soltó cuando sintió un pellizco en la muñeca derecha.
—Que pesado. — ya estando libre se volteó hacía el menor abalanzándose hacía él comenzando a atacarlo con cosquillas por toda su cintura, sonrió al escuchar sus carcajadas y aprovechándose de su vulnerabilidad metió las manos dentro de su camisa continuando con el jugueteo intencionalmente rozando sus dedos con su piel debajo del resorte de su ropa interior.
Alzó una de sus cejas victorioso apreciando como los vellos del moreno se erizaban a su contacto.
—Para, para. — suplicó observando como se detenía y sacaba las manos del interior de su ropa. Tomó una bocanada de aire regulando ahora su respiración.
—No podemos seguir así. — Gustabo se reincorporó alejándose del más alto aún soltando pequeñas risillas, arrastró una de las sillas del recinto y se acomodó en ella apoyando su cabeza en la gran mesa de madera color marrón.
—Creo que tienes razón. — rascó su nuca y tomando otra silla se sentó a su lado. Sintió ternura viendo como el rubio hacía un puchero colocando su mentón sobre la mesa estirando sus brazos en ella.
Hacia varios días que Gustabo y Horacio habían comenzado un "juego" entre ellos bastante fuera de lo común a los ojos de cualquier persona que los viera. Todo empezó como una simple broma amistosa que ellos catalogaron al principio como inocente.
Primero comenzaron con unas nalgadas que ambos se daban cuando cualquiera de los dos estaba distraído, no era algo muy grave para destacar pero poco a poco sus juegos aumentaron de nivel, llegando a caricias descaradas que se daban estando juntos dentro de los coches del trabajo o cuando simplemente se abrazaban y uno de ellos restregaba su cuerpo en el otro y sin fin de otras acciones que involucraban en manosearse mutuamente. En su cabeza lo que hacían no tenía nada malo pues la confianza que se tenían era ya demasiado grande. Sencillamente se les hacía gracioso poner nervioso al contrario con sus toqueteos disfrutando de aquello como si fueran dos niños pequeños descubriendo un nuevo juego tentador y divertido sin darle mucha repercusión.
—¿Nos vamos ya?. — preguntó el chico de cresta mirando el reloj que colgaba en la pared del frente marcando las 8:04 pm.
—Si, pero quiero tomarme una ducha primero no aguanto así hasta llegar a casa. — se enderezó quitándose la chaqueta azul echándosela en el hombro. Frunció la nariz al percibir un fino olor a sudor en él mismo y se dirigió hacia los vestidores de la sede. Su compañero lo siguió detrás.
Llegaron al lugar, Gustabo tiró su chaqueta en una de las bancas de los vestidores resoplando al sentir el sofoco en aquella habitación cerrada que no poseía ventanas. Fue un día bastante movido en el trabajo con un par de códigos 3 de tiroteos que tardaron sus buenas horas, saliendo los dos federales afortunadamente completamente ilesos. Había transpirado bastante por el trajín.
Horacio se sentó en una de las bancas acomodándose frente a él para esperarlo e irse juntos a sus casas. Él no tenía mucha prisa en darse una ducha, aguardaría mejor llegar a su hogar para dársela con más comodidad. Sacó el teléfono del bolsillo de su pantalón entrando en alguno de los juegos que tenía para distraerse.
El rubio volteó a verlo y se le ocurrió la brillante idea de seguir con su típico juego con su compañero intentando hacer algo diferente.
—Joder, que calor hace. — dijo en voz alta buscando llamar la atención del menor, seguido a eso comenzó a pasar sus dedos por los botones de su camisa rosa desabrochándola de manera lenta dejando ver poco a poco su pecho que no era demasiado fornido pero lo suficiente apetitoso para cualquiera.
El de cabellos blancos despegó su vista del móvil y sus ojos se dirigieron de inmediato al cuerpo de su amigo. Haciéndose el desentendido y con un intento triste de disimulo fingió seguir jugando en su móvil mientras de reojo observaba los movimientos del mayor.
El rubio sonrió para sus adentros observándolo, retirando ahora la camisa dejándola caer el piso y acto seguido llevó sus dedos blancos al cinturón que sostenía la prenda inferior desabrochándolo y tirando de el lo aventó sobre la camisa que antes tenía puesta. Bajó la cremallera y abrió el pantalón mostrando su bóxer de color negro. Él de ojos bicolor tragó saliva y suspiró por lo bajo deleitándose con aquella imagen que tenía al frente.
Gustabo bajó su pantalón negro hasta el suelo y tomó en sus pulgares el elástico de su bóxer jalándolo un poco hacia abajo pudiéndose ver algunos vellos rubios de su pubis. La respiración de Horacio se detuvo y encogió las piernas cuando sintió un calor intenso creciendo en su vientre.
—¿Gustabo? ¿qué estas haciendo?. — preguntó en un intento fallido de sonar serio viendo como el mayor se detenía.
—¿No es obvio? no me voy a duchar con la ropa puesta. — rio un poco cuando el de cresta frunció el ceño cuál niño pequeño sintiéndose ofendido ante lo evidente dicho. —Vamos Horacio, no es la primera vez que me ves desnudo, no seas quejica.
—Eso fue hace muchos años cuando nos bañabamos juntos... pero ahora es diferente. — dijo recalcando la última palabra.
Obviamente en ese entonces eran más jóvenes y no había aún rastro de malicia en ellos. En la actualidad eran unos hombres hechos y derechos, la situación había cambiado por completo.
—Bueno, supongo que ahora la tengo más grande que en ese entonces. — contuvo una carcajada cuando el de cresta empezó a reír nervioso por el repentino comentario.
—Ya basta con eso mejor vete a... ¡Hostia!. — se interrumpió a si mismo cuando el rubio se quitó la última prenda que lo cubría quedando por completo desnudo ante sus ojos.
Sin contenerse más soltó una sonora carcajada por la reacción de su amigo. Horacio por su parte aunque quería voltear hacía otro lado no podía quitarle los ojos de encima. El cuerpo de Gustabo era una obra de arte, no era muy musculoso ni tampoco muy alto, pero tenía ese algo que lo hacía ver hermoso y sin duda bastante apetecible. Soltó el móvil que había tenido todo ese tiempo en su mano y llevó ambos brazos cruzándolos en su entrepierna en su intento de cubrir la erección prominente que acababa de tener. Por supuesto esto no pasó por alto para Gustabo quien dando media vuelta y en silencio se dirigió a las duchas sintiéndose triunfante.
Parece que el juego está vez lo había ganado él.
El moreno se había quedado encogido en su lugar algo molesto por el estado en que se encontraba. Unió las piezas en su cabeza logrando encajar todo, había hecho todo a propósito para provocarlo. Quizás había sido poco o bastante lento en darse cuenta.
—Que rata... — susurró ya relajando sus piernas y retirando sus brazos pudiendo observar el bulto en sus pantalones. Con algo de incomodidad se levantó de la banca y su mirada inmediatamente se dirigió hacia la puerta que daba a las duchas, mas específicamente donde se encontraba el de ojos azules.
"¿Quieres jugar? yo también sé jugar".
Con ese pensamiento se acercó a la puerta pudiendo escuchar el sonido del agua chocando contra suelo. Con mucho cuidado giró la perilla para adentrarse al lugar y divisó con sus ojos bicolores al rubio que se encontraba de espaldas a él estregando su cabello con los dedos bajo la ducha. Con sutileza fue acercándose poco a poco sin que notara su presencia consiguiendo quedar a escasos centímetros de él.
El mayor cerró el grifo cortando la circulación del agua y estiró su mano hacía la jabonera para alcanzar el objeto redondo. Saltó en su lugar cuando sintió unos brazos rodear su cuerpo a la altura de su pecho.
—¡¿Qué cojo...?!. — volteó sobre su hombro encontrándose con los ojos bicolores de su compañero. —Horacio ¿qué haces?. — de todo pensó menos de que el menor se atrevería a entrar mientras él se estaba bañando.
—Si crees que ganaste estas muy equivocado, Gustabo. — con sus dedos comenzó a dejar caricias en círculos sobre el blanquecino pecho del mayor. Este se tenso por completo no sabiendo muy bien que decir o como reaccionar.
Horacio con algo de duda por lo siguiente que haría fue bajando sus manos hasta el miembro del rubio y con la yema de sus dedos empezó a rozarlo. Ambos sintieron una descarga eléctrica recorrer su cuerpo ante aquel suave roce.
—¿Estas seguro de esto?. — le cuestionó el rubio girando su cabeza de nuevo hacía adelante quitando el contacto con sus ojos.
—Muy seguro. — con firmeza envolvió el aún flácido falo de Gustabo en su mano comenzando a masturbarlo sintiendo como poco a poco se endurecía en ella. El cuerpo del mayor se hallaba muy tenso, al estar detrás de él no podía ver sus expresiones así que curioso ladeo su cabeza buscando su rostro. Vio como este permanecía inmóvil mordiendo su labio con fuerza probablemente queriendo acallar sus propios gemidos.
—Te harás daño. — le susurró mientras movía de arriba a abajo su mano de manera lenta. Alzó su mano libre llevándola hacía el rostro del rubio, dejando una pequeña caricia con el dorso de los dedos sobre sus labios intentando que con esto los relajara. El de ojos azules soltó el agarre de sus dientes y aprovechando esto, el de ojos bicolor aumentó de golpe sus movimientos consiguiendo que por fin gimiera con total libertad. Quería escucharlo.
Bajó su otra mano y mientras continuaba masturbándolo comenzó a masajear los testículos del rubio escuchando como gemía dándole a entender que le gustaba lo que le hacía.
—Horacio... — suspiró su nombre pegando más su cuerpo a él restregando con su trasero la dureza del menor.
El chico jadeo ante el contacto y algo desesperado abandonó los testículos del rubio un momento para comenzar a desabotonar su pantalón con rapidez liberando su erección, con un leve movimiento de cadera la pasó por en medio de los glúteos del rubio. Ambos gimieron al mismo tiempo.
Sin perder tiempo, Gustabo llevó una de sus manos hacía atrás aferrándola en el miembro palpitante del moreno y repitiendo el mismo movimiento comenzó a moverla a la par de la de él en su pene con la misma velocidad.
Ambos se retorcían de placer con el toque del contrario, gimiendo sin control alguno, esperando que aquella escena jamás se detuviera.
El mayor apoyó la parte de atrás de su cabeza en uno de los anchos hombros de su compañero rindiéndose ante el placer que recorría su cuerpo, jadeó al sentir como sus piernas comenzaban a temblar. El menor aumentó la velocidad en su miembro llevándolo casi al límite de su aguante.
Buscó con sus dedos aquella pequeña pieza de metal que el chico de cresta tenía en la punta de su glande. Habiéndola hallada acarició el piercing con la punta de su pulgar en forma circular, sacándole a Horacio un gruñido ronco de satisfacción que retumbó en las paredes de aquel baño.
El vaivén en sus miembros aumentó y temblaron al sentir sus piernas flaquear estando cerca de llegar al clímax.
—¡Joder!.
—¡No aguanto más!.
Gritaron al unísono corriéndose al mismo tiempo en la mano del otro, sintiendo aquel líquido espeso y caliente del contrario escurriéndose por sus dedos.
El de ojos azules se abalanzó hacia adelante apoyándose con ambas manos en la pared del frente, el de ojos bicolor repitió su acción recostando sus manos en la espalda del rubio, ambos buscando estabilidad pues el orgasmo los había derrotado por completo dejándolos débiles, sus respiraciones agitadas cesaron después de unos minutos al haberse quedado en silencio asimilando y recuperándose de lo que había acabado de pasar.
—Pensé que ganaría en este juego pero creo que esta vez quedamos en empate. — el primero en hablar fue el más alto riendo con algo de timidez. El más bajo se volteó quedando ahora frente a frente y mirándolo con seriedad al principio lo acompañó riendo también por la situación.
—Somos unos guarros. — negó lentamente con la cabeza. —Esta vez si nos pasamos.
—Bueno... no estuvo tan mal. — se encogió de hombros sonriendo mientras se acercaba al rubio para estrecharlo en sus brazos.
—Esta vez es empate pero ya verás que me desquitaré. — acarició la espalda del menor correspondiendo al abrazo.
Ambos chicos se quedaron en su posición carcajeándose y sintiéndose cómodos el uno con el otro mirándose de vez en cuando con desafío.
Oh claro que ninguno de los dos quería perder en ese tentador y peligroso juego que ambos habían iniciado y todavía no querían terminar.
FIN
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Historias Gustacio/Pogacio
Fanfichistorias de: @lovsscherry / 𔘓lαlα @Emil_neul / Emil Neul Derechos a su respectivos creadores