La besó cómo antes, con toda la pasión que siempre lo hacía y ella le correspondía. Únicamente separaron sus labios para respirar, sonreír y verse fijamente a los ojos.
Sin tiempo de hablar u objetar, sus labios se atrajeron nuevamente dejando a un lado la decencia, ésta vez el beso fue más intenso, incitando a sus lenguas a danzar al ritmo de sus respiraciones. Fernando atrajo aún más a Lucero hacia su cuerpo como queriéndolo fusionar con el suyo, le iba a demostrar quién mandaba en su corazón y de paso calmaría la necesidad de hacerla y sentirla solamente suya. Se levantó de su silla, acomodó las piernas de Lucero alrededor de su cintura y cómo pudo, caminó a la puerta para asegurarla. Acto seguido, recostó a Lucero en el sillón para seguir desatando la pasión que por tanto tiempo habían contenido.
Sin decir palabra alguna, y esperando alguna protesta de ella, comenzó a desvestirla lentamente admirando aquella anatomía que lo enloquecía. Empezó por los botones de su blusa y el molesto broche del sostén, tatuando así sus labios en aquel torso perfecto. Iba a desabrochar su falda, cuando sintió que Lucero tiraba de su chaqueta y por supuesto que la iba a complacer.
Se levantaron del sillón y fue ella quien rápidamente tiró de su camisa y sonrió al ver la piel morena y aquel abdomen bien marcado que tanto le encantaba, su espalda ancha y sus grandes brazos.
-Te extrañé. -Murmuró Lucero colocando la cara en el pecho de Fernando y envolviéndolo en sus brazos - Como estoy segura de que no he extrañado a nadie en mi vida.
-Espera, ¿qué? -Dijo confundido- ¿Te encuentras bien?
-Dije que te extrañé bastante... -hundió aún más su cabeza- Que extrañé decirte cuánto te amo todo éste tiempo, extrañé perderme entre tu pecho, extrañé estar contigo...
- Lucero...
-Por favor no digas nada. Sólo termina lo que comenzaste. -Ambos se dedicaron una sonrisa y continuaron despojándose de sus prendas, no paraban de acariciarse el uno al otro, ni de basarse. Al fin ya desvestidos, Fernando recostó a Lucero en el sillón para poder hacerla suya cómo tanto quería: Fundió su boca en la de ella una vez más y lentamente la penetró. Se quedó inmóvil por unos segundos disfrutando de la unión de sus cuerpos, y luego empezó con lentas embestidas que llamaban aún más al placer.
Se amaron cómo hace mucho no lo hacían y se tatuaron su esencia en la piel del otro.
- Te amo. -dijo él abotonando su camisa y buscando su chaqueta.
- Yo también te amo. -Repitió ella subiendo el cierre de su falda.
-Tú no alcanzas a imaginar lo que pasé todo éste tiempo viéndote en los brazos del imbécil de Alejandro sin que me recon...
-Perdón por eso -interrumpió ella y bajó la mirada.
-No lo digo para hacerte sentir mal, bonita - se acercó a ella y le levantó el mentón - Yo te extrañé más de lo que puedas imaginar. De hecho, todo éste tiempo escuché aquellas canciones que algunas veces te oía cantar y tararear. Aunque mi favorita es la que decía algo como "Como el sol en cada día, tu vida entró en la mía por una telepatía, de amor".
-Mi refugio y libertad -sonrió. - También es mi favorita, aunque la que dice que "Si te alejas de mí no podría vivir, porque eres latidos de mi corazón, sin tu aire no existe mi respiración" -tarareó en un tono apenas audible- También me encanta.
-Fernando sonrió y rozó sus labios con los de ella sin besarlos - Tú lo eres todo, Lucero.
*~*~*~
- Jaime, ¿Estás seguro de que no ha visto a mi hija?- Sí, señor. Podría asegurarle que está en su oficina, pero como a la hora del almuerzo todos salimos, ella pudo haber salido también, y desde que llegamos nadie la ha visto entrar.
-Es extraño, ella siempre es puntual. ¿Ya miraste en su oficina?
-Sí, señor, pero está cerrada con llave, como siempre.-Bueno, gracias. Retoma tu trabajo y cuando llegue, por favor hazme saber.
-Seguro. -Rafael se retiró a su oficina, y a los pocos minutos llegó otro sujeto.
-Disculpe, necesito hablar con Lucero Hogaza.
-Seguro, ¿ella sabe que usted vendría?
-No, y por favor le pido que no se revele mi nombre hasta al menos hablar con ella.
- Lo siento, pero necesito algún tipo de información suya... Un documento o algo.
- Le digo que es algo confidencial.
- Entiéndame, son políticas de la empresa y de no ser así no podré dejarlo pasar.
- Ough, aquí tiene. -le entregó el primero que encontró.
- ¿Antony Evans? ¿No es acaso usted el hermano de ...?
- ¡SHHHHHH! Usted sabe que aquí están jugando sucio ¿no?
- ¿De qué está hablando?
- No intente pasarse de listo.
- Jaime guardó silencio y tomó el teléfono, llamó a Lucero y luego guió a Antony hasta la puerta de la oficina. - Espero que todo se solucione.
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Con tan pocos años
RomanceDespués de aquella situación que quisiera olvidar, Lucero es una mujer joven, hermosa y con una buena vida por delante. Su padre es Rafael Hogaza, dueño de la revista más leída en Miami. En su vida notará que las situaciones no se resuelven como en...