TREINTA Y DOS.

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- ¿Quién habla?

- Eso a usted no le importa. Y espero que eso no sea un impedimento para que siga todas mis instrucciones, ¿estamos de acuerdo?

- ¿Qué es lo que quiere?

- Nos vamos entendiendo... Quiero 40.000 dólares en efectivo a cambio de la libertad de Lucero.

- ¿QUE QUÉ? ¿ESTÁ CON USTEDES?

- Que venga con nosotros dependerá de que usted cumpla con llevar el dinero dónde y cuando yo le indique. Esté pendiente de mis llamadas, Hogaza; estaré brindándole las instrucciones una a una para que nada salga mal... Y le recomiendo no llamar a la policía, porque estaré dispuesto a llevarme el dinero y a Lucero, y... usted ya se imaginará.

- Desgraciados. -colgó. ¿Cómo? ¿Cuando? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Y Fernando? ¿Lo sabía ya? ¿Sería una broma? ¿Le harían algo al bebé? ¿Quién estaba detrás de todo eso? Llevó las manos a la cabeza en señal de desesperación analizando las muchas preguntas que lo atacaban y tratando de resolverlas. Pero, y ahora, ¿qué tendría qué hacer?


- Rafael, ¿Estás bien? ¿Quién llamó?

- Ay -suspiró-, llamaron a pedir dinero.

- ¿Dinero de qué, o por qué?

- Ana, si no les damos el dinero...

- ¿Qué pasa si no les damos el dinero?

- Lucero... Se la llevan.

- ¿Qué esperas para llamar a la policía? -intentó sonar realmente calmada.

- No puedo hacerlo... Nos arriesgaríamos a que se lleven a Lucero.

- Ve por el teléfono, Rafael, ahora. -él negó con la cabeza- Rafael, si no vas tú, voy yo.

- Ana, por favor no lo hagas. -suplicó aterrorizado.

- Aún estamos a tiempo de protegerla y evitar que nos roben, Rafael, ¿qué te sucede? Tú más que nadie sabe que en éstos casos no podemos hacer más que colocar lo que ellos quieren en bandeja de plata... Le estás entregando a Lucero... - se sentó a su lado y lo abrazó. - Si les das el dinero ésta vez, seguirán pidiendo más y más siempre con la misma amenaza.

- Sé que tienes toda la razón, pero entiéndeme; Lucero es nuestra única hija y me da terror que le hagan algo.

- Yo sé que es así, pero lo correcto no es hacer lo que los delincuentes piden.

- ¿Se enterará?

- ¿Lucero? Lo mejor será estar cerca de ella sin que sospeche, porque será un caos que sepa la verdad en su estado.


*-*-*-*


- Dale el teléfono. -ordenó Alejandro a Natalia.

- ¿Qué va a suceder, entonces? ¿Nos quedaremos aquí hasta que Giodeón te preste de nuevo el teléfono y le idas el dinero a Rafael?

- Supongo.

- Vaya... Quien iba a pensar que terminaría siendo cómplice de tus sucios negocios.

- Eso es amor.

- ¿Amor? ¿Crees que te amo? - emitió una sonora carcajada - ¿O qué al menos te quiero? únicamente estoy aquí por el dinero, no porque me interese compartirlo contigo.

- ¿Qué?

- Que me iré cuando Rafael te dé el dinero, si es que antes no te arrestan.

- Eres una traidora.

Con tan pocos años Donde viven las historias. Descúbrelo ahora