TREINTA Y NUEVE

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- Daniel, tienes que sostener el bate con firmeza- exclamó Nathan, su compañero-, si golpeas la pelota, corres hacia donde está Tomás, ¿de acuerdo?

- De acuerdo. - contestó totalmente convencido de su respuesta. Después de todo, el baseball no es tan difícil de jugar.

El primer intentó fue marcado como un strike, en el segundo, el bate tocó la pelota pero no con la fuerza suficiente para hacer un home run; pudo correr a primera base, solamente.

Su amigo Damián le sonrió en señal de haber hecho un buen trabajo. Miró de regreso a la pelota obteniendo total concentración sobre el juego, y al ser lanzada hacia el bate, la golpeó fuertemente dándoles ventaja total para correr una base, o quizás dos.

- ¡Daniel, tenemos que irnos! - avisó Bárbara desde las gradas.

- ¡En un momento! - respondió con frustración. El juego apenas empezaba y le estaba gustando mucho.

- ¿De verdad te tienes que ir ya? -preguntó Damián con un toque de tristeza.

- Sí, ya ves como es mi hermana.

- Bueno, es bonita...

- ¿Qué?

- ¿De qué? - repuso apenado.

- ¿Qué dijiste?

- Nada, yo no dije nada... - las mejillas de Damián se tornaron de un tono escarlata.

- Claro que sí. ¿Te gusta mi hermana? Ay, por Dios, qué asco. - frunció el ceño.

- No se lo digas, por favor.

- Ash - colocó los ojos en blanco - De acuerdo.

- ¡Daniel! -gritó Bárbara de nuevo.

- Ya me tengo que ir.

- ¿De veras? - preguntó Nathan.

- Sí, mi hermana me espera.

- Pero quedaremos incompletos.

- Lo siento. - dijo con tristeza.

- Está bien, nos vemos mañana, Daniel. - se despidió y caminó hacia Bárbara.

- Papá nos espera en el coche. - informó Bárbara.

- ¡Oh, espera! Olvidé mi chaqueta.

- Ve por ella rápido.

Corrió de regreso al campo y agarró la chamarra. Repentinamente, su cabeza se fue brutalmente empujada hacia el frente logrando que Daniel Ángel cayera inconsciente sobre el piso.

- ¡DEMONIOS! - gritó Tomás. Todo el equipo corrió hacia la primera grada a ver lo que había sucedido.

- ¡Te dije que no me sentía listo, Tomás!

- ¡Tú bateaste la pelota, Nathan!

- ¡Fue trampa! Por tu culpa maté a Daniel, ¿ahora qué voy a hacer?

- No está muerto. - respondió inseguro.

- Tenemos que decirle a Bárbara.

- No le digas nada, nos meteremos en problemas... Que vaya Damián; Daniel es su mejor amigo.

- De acuerdo. - respondió Damián con la voz entrecortada. Rápidamente llegó hasta donde se encontraba Bárbara. - Hola.

- Hola.

- Necesito que vengas conmigo.

- No puedo, estoy esperando a mi hermano.

- Por eso, ven conmigo. - suplicó.

Con tan pocos años Donde viven las historias. Descúbrelo ahora