- Mamá...
- Lucero.
- Encontré una llamada perdida tuya, ¿Pasa algo?
- No, o bueno, nada que no sepas.
- Ya...
- Acabé de hablar con Ángela Jordan.
- ¿Con la madre de Alejandro? ¿Que quería?
- Ella quería hablar contigo.
- ¿Conmigo? ¿No te dijo de qué?
- No, pero se oyó decepcionada cuando le dije que no estabas.
- Está bien mamá. Ya le hablo. Gracias.
- De acuerdo, hablamos luego.
- Está bien, adiós mamá.
- Adiós Lucero.
Un vacío fue la única sensación que pudo sentir. Se sentó en su escritorio y marcó el número de Ángela. Probablemente, a petición de Alejandro, su madre llamó para arreglar un encuentro entre él y ella. Marcó el número de Ángela, mientras que las ansias de saber que le diría, la carcomían.
*~*~*
- Me dijeron que me necesitabas.
- Así es. ¿Cómo te fue en la junta con los Hogaza?
- Muy bien; en realidad no fue nada del otro mundo.
- Perfecto, Fernando. Cada día que pasa, te veo como el dueño de esta empresa.
-Gracias -sonrió- Lucero, la mujer que fue en representación de Rafael, necesita una imagen tuya y una mía. Le aseguré que no había ningún inconveniente con que viniera a buscarlas.
- Muy bien Fernando. Ojalá seas tú mismo quien se las entregue.
- Así será -sonrió.
*~*~*
- Bueno.
- Ángela Jordan, por favor.
- ¿Lucero? ¿Eres tú? -Sintió emoción en la voz de Ángela- ¡Que alegría! Te llamé hace un rato.
- Sí Ángela -fingió alegría- Mi madre me comentó que la llamaste buscándome.
- Así es. -Hizo una pausa- Hace mucho no nos vemos, así que quería invitarte a cenar esta noche.
- ¿Esta noche?
- Sí, es como una pequeña despedida antes de irnos a Nueva York.
- Ya. Lamento plantarte, pero no puedo. -Mintió.
- Oh. ¿Asuntos laborales?
- Así es; discúlpame.
- No... No te apures -Dijo con pesar- Será en otra ocasión.
- Así es... Perdóname Ángela, hasta luego.
- Adiós.
Ángela Jordan, madre de Alejandro. Es viuda desde hace dos años. Albert Levinson murió en un accidente en su avioneta camino a Boston para una reunión con uno de los gerentes de una de las empresas petroleras más importantes a nivel de todo el continente americano. Concibieron 3 hijos, dos que actualmente viven en Italia, cada uno con su vida, Sebastian y Alice. Y Alejandro que decidió quedarse en Miami terminando sus estudios, con sus padres. Conoció a Lucero en clases de Filosofía en su carrera de comunicación. Un trabajo en equipo fue tiempo suficiente para que Lucero viera en él algo más que un simple universitario pretendiendo llamar la atención con su presencia. Era un muchacho joven, guapo, de altura considerable (un tanto más alto que Lucero), ojos cafés, y una bonita sonrisa. Un mes después de conocerse, empezaron una bonita relación; los padres de Lucero aceptaron a Alejandro inmediatamente como parte de la familia.
En su aniversario de dos años de relación, Alejandró aprovechó que los padres de Lucero salieran de viaje, y descaradamente llegó a su casa. "Ya es el momento, linda" fue lo último que escribió en la carta que le envió antes de llegar. Y así fue, esa noche resultó "mágica" para Lucero. Nadie mejor para entregarse que el hombre que amas ¿No? Y era verdad, Lucero lo amaba, fue el primer hombre en su vida, y se había hecho muy importante para ella. Al día siguiente, el 8 de marzo, despertó sola. Buscando en su cama el hombre que la había hecho mujer, no lo encontró. Pensó que sería alguna broma, algún juego que él solía hacer. Se levantó y no encontró la camisa a cuadros de Alejandro, ni los jeans oscuros que acostumbraba a ponerse. De la litera tomó su celular, y le marcó. Tras varias veces de ser rechazadas sus llamadas, bajó a la cocina temerosa. ¿A dónde se fue Alejandro? Pasaron las horas, el desespero la carcomía, ya había llorado bastante, y el sentimiento de culpa ya había estado rondándola. El lunes siguiente, buscó a Natalia. Ese fin de semana, se dio cuenta que cometió un error, uno muy grande; y lo único que quería era que alguien la tranquilizara y le dijera "No te preocupes, todo va a estar bien" seguido de un abrazo en el que encontrara consuelo y se sintiera segura. Lo único que encontró en ella fue una burla, un rechazo. Pasó una semana sin que Alejandro le dirigiera la palabra, y para ser sinceros, Lucero no iba a rogar. Cuando volvieron a mirarse fijamente, despertando esperanzas de que todo volviera a ser lo mismo, Lucero esquivó su sonrisa, y se fue al tocador molesta. ¡¿Y el engaño?! Quizás no fue un engaño. Pero Lucero estaba confundida: ¿Por qué se había ido? ¿Por qué después de una semana, la convencería con sus encantos? ¿Y si quedaba embarazada? La desvirgó... ¿Y luego?, ¿Era un cobarde? Si no es cierto eso de "A la primera no te embarazas", Lucero tuvo mucha suerte. Finalmente no se podría imaginar diciéndole a un niño, mirándolo fijamente "Tu padre no sabe que existes". Claramente era un poco temprano para andar pensando en esas cosas, pero el temor fue su compañía durante muchas noches. Pasaron varios años, casi tres, realmente y Lucero sólo ve a los hombres como unas "Máquinas sexuales" que hacen contigo lo que les plazca y te dejan sola, abandonada, confundida, impura, culpable, asustada, enojada, dolida... En fin.
ESTÁS LEYENDO
Con tan pocos años
RomanceDespués de aquella situación que quisiera olvidar, Lucero es una mujer joven, hermosa y con una buena vida por delante. Su padre es Rafael Hogaza, dueño de la revista más leída en Miami. En su vida notará que las situaciones no se resuelven como en...