NUEVE.

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5:45 pm

- Papá, acá tengo las notas y los rumores de la boda de Sylvia y Paul.

- Gracias,  ¿Te encargarás de editar la entrevista?

- Tengo entendido que lo va a hacer Natalia, ¿no?

- No. - afirmó-  Prefiero que seas tú la que se encargue de la nota de Colunga.

- Está bien. Ya me voy. -se acercó a Rafael.

- ¿Vas directamente a tu departamento? -se levantó para despedirse.

- No, voy a resolver unos pendientes antes.

- Está bien, cuídate.

- Gracias, adiós. -Salió cerrando la puerta detrás de sí. Sophía estaba esperándola en frente del ascensor y para variar, sus ojos estaban hinchados... Como si no hubiera parado de llorar desde el almuerzo. Lucero caminó hacia ella y le brindó una sonrisa alentadora. - Vamos.

Bajaron al estacioamiento en un silencio total. Lucero descativó los seguros de su camioneta, la abordaron y se encaminaron a la casa de Sophía.

- ¿Vamos directamente a la farmacia? -inquirió Sophía con un hilo de voz.

Al llegar al departamento de Sophía, Lucero tomó asiento en la sala mientras Sophía se encaminaba al baño. Leyó las instrucciones de la caja hasta estar segura de que lo estaba haciendo bien. Ya nada más quedaba esperar, necesitaba salir de la duda y tener una certeza. El temor la carcomía como nunca antes hasta que dos pequeñas líneas azules empezaron a tomar forma. La prueba cayó al suelo seguido de un llanto desgarrador de Sophía.

¿Tan malo era?

- NO, NO PUEDE SER. -Se negó mientras lloraba. Lucero se acercó a ella para abrazarla; se sentó a su derecha y le rodeó los hombros con su brazo izquierdo para hacerle saber que no estaba sola... No en ese momento. 

Pasaron varios segundos, y Lucero se levantó a la cocina por un vaso de agua y rápidamente regresó. Sophía tapaba su rostro con sus manos en señal de desesperación; al estar en la farmacia, Lucero compró unos calmantes, sabía que le sería de mucha ayuda.

- Toma. -Le entregó las pastillas. - Necesitas descansar.

- Lucero, yo no quiero a este bebé. -lloriqueó mientras aceptaba las pastillas- Mi familia no lo aceptaría, y yo sola no soy capaz de responder por él.

- Aún no sabes. -Sonrió- pero aún faltan algunos meses. Es más, necesitas saber cuánto tiempo de embarazo tienes. Pero lo importante ahora es que recuperes la calma y descanses.

. Muchas gracias por todo, Lucero. - La abrazó fuertemente.

*~*~*

"No te imaginas cuánte te extraño; cuánto necesito escuchar tu voz, sentir tus caricias, tus besos... Necesito todo de ti, Lucero"

El mensaje fue recibido 20 minutos antes, y decidió no responderlo. Se devolvió a la pantalla de conversaciones y se sorprendió al ver un mensaje de .. ¿Fernando Colunga? 

Fernando Colunga, <7:12>

-Buenas noches, Lucero.

Lucero Hogaza, <7:37>

- Disculpe señor Colunga, ¿Cómo consiguió mi número? Hasta donde recuerdo, hablé a su oficina.

Fernando Colunga, <7:39>

- Lo sé, no fue dificil conseguirlo. Se lo pedí a tu asistente. ¿Algún inconveniente?

¿ESTABA HABLANDO EN SERIO?

La verdad es que era atrevido de su parte, pero no podía decirlo... Finalmente lo "Don Juan" no se lo quitaría nadie.

Lucero Hogaza, <7:40>

- No, ninguno.

Fernando Colunga, <7:41>

- Me alegra ver eso. ¿Crees que nos podamos ver mañana?

Lucero Hogaza, <7:42>

- ¿Alguna razón laboral?

Fernando Colunga, <7:43>

- ¿Debe haber una para verte? 

Eso no era atrevimiento.

Era descaro.

Con tan pocos años Donde viven las historias. Descúbrelo ahora