VEINTINUEVE.

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- Querida, qué alegría verte.

- Gabrielle, ¿cómo estás?

- Muy bien. Hace mucho que no sé de ti, ¿qué hay de nuevo en tu vida?

- Hace poco estuve en tu casa, quise hablar con Fernando,v¿no te lo dijo?

- No, no recuerdo que haya mencionado nada.

- Qué extraño.

- ¿Y qué tal te fue? ¿Te hizo caso?

- Ha decir verdad, no. De hecho, me corrió de la casa.

- Querida, ¿es en serio?

- Sí. Cuando llegué, él estaba con otra mujer, que por cierto ¡Tiene una hija! La muchacha es guapa pero...

- Pero no se compara contigo. Mariana, tienes que luchar por Fernando, hacer todo lo que esté en tus manos para alejarlo de esa mujerzuela.

- No sé Gabrielle... Pienso que merezco a alguien que realmente me quiera. Yo no estoy en edad de seguir esperando a que un hombre se canse de estar con otras para que regrese conmigo. - Gabrielle se mantuvo en silencio.

- ¿Entonces por qué has ido a la casa?

- Porque quería restregarle a esa... - se refirió a Lucero- que no hay ningún punto de comparación conmigo. Besé a Fernando porque quería vengarme, hacerle sentir a Lucerito lo que yo sentía al verlos juntos.

- Bueno, ese es un punto a tu favor. Fernando lleva dos semanas sin verla.

- ¿Hablas en serio?

- Seguro que sí. Ha salido únicamente a las oficinas entre semana, y los dos fines de semana ha estado en casa.

- Bueno, eso sí que es una novedad, él no es muy hogareño.

- A eso voy querida. Eres una mujer muy astuta, y me gusta tu capacidad para idear planes. Es una lástima que pienses de esa manera porque hubieras sido la nuera perfecta.

*~*~*~

- Lucero, anda, vamos, tienes que comer.

- No quiero - fijó su mirada en la pantalla de su laptop. - No tengo hambre.

- Tú no, pero yo sí. Aunque mírate, aún estás pálida, Lucero. No me agrada la idea de que puedas desmayarte en cualquier momento.

- Tú ve a almorzar tranquilo, que yo me sé cuidar sola. - Fernando se levantó de la silla donde estaba y caminó hacia la de Lucero. Cerró la pantalla de su laptop y cargo a Lucero en lo hombros. Afortunadamente no había nadie en el mismo piso que hiciera incómoda la tierna escena.

- Fernando, ¡Bájame ya!

- Si sigues moviendo las piernas, lo único que vas a conseguir es caer, y no queremos eso, ¿verdad?

- Entonces bájame, yo sé caminar sola. - la bajó recién llegaron al ascensor- Qué amable eres. - hizo una mueca.

- Últimamente eres muy sarcástica..

- Es un mal hábito que aprendí de Alejandro. - confesó.

- Por cierto, ¿cómo va tu "matrimonio"?

- JAJAJA, deberías ver a Alejandro. Es muy infantil en todo lo que hace y dice, y aún así es del hombre de la casa.

- ¿Antony ha hablado contigo?

- Intentó hacerlo dos veces, pero rechacé las llamadas.

- ¿Por qué?

- Porque no me sentía bien, no quería hablar con nadie. - Fernando la envolvió en sus musculosos brazos mientras unía sus labios a los de ella en un beso que claramente fue correspondido. El ascensor empezó a descender lentamente hasta detenerse en el tercer piso; las puertas se abrieron dejando aquella conmovedora escena al descubierto frente a Natalia.

Con tan pocos años Donde viven las historias. Descúbrelo ahora