- Tienes que dormirte ya.
- No quiero, aún es temprano.
- Dejó de ser temprano hace dos horas, mañana tienes que ir a la escuela.
- No quiero ir.
- ¿Por qué no?
- Porqueeeee..., - vaciló un poco - Eso ya no importa.
- Si me dices qué pasa, consideraré la idea de hablar con tu padre. Pero antes tienes que darme una razón.
- Abue, no quiero ir... Eso es todo. - se acurrucó en la cama, y apagó la luz. Era definitivo, algo estaba mal.
Salió de la habitación con el corazón en la mano, mientras una inmensa nostalgia le invadía el pecho.
Fue hasta la sala y se sentó en el sofá blanco. Su mirada quedó perdida mientras intensos recuerdos se apoderaban de su mente, hasta el momento que la puerta principal se abrió de par en par.- Ana, no sabía que estaba aquí.
- Vine a visitar a mis nietos...
- Le agradezco mucho lo que hace por ellos.
- No es nada, ¿cómo te ha ido en el trabajo?
- Todo lo mismo. ¿Han vuelto a llamar de...?
- Fernando...
- Esta zozobra me está matando. - admitió cabizbajo.
- Yo sé que así es, pero todo se va a solucionar.
- ¿Cómo está tan segura?
- Porque Lucero haría todo lo que fuera por sus hijos, la conozco bien.
- Santo Jesús. - suspiró con resignación.
- Creo que lo mejor es que vayas a descansar... Pero si puedes hablar con Bárbara antes, estaría perfecto.
- ¿Pasó algo?
- La verdad no sé. Es mejor que hables tú con ella.
- De acuerdo. - se despidió, y Ana se fue.
Entró silenciosamente en la habitación y se abrió un campo en la pequeña cama.
- ¿Estás despierta?
- No.
- Entonces no te importará que coloque la alarma a las 5:00 am.
- No quiero ir a la escuela mañana.
- ¿Por qué no?
- No tienes porqué saberlo todo...
- Claro que tengo que saberlo, eres mi hija. - Barbara giró y recostó la cabeza en el pecho de Fernando.
- ¿Crees que regrese?
- De eso puedes estar completamente segura. - susurró sin mucha convicción. Ya eran muchos años; Barbara dejó de ser una niña de brazos hace mucho tiempo y estaba creciendo demasiado rápido: recién comenzaba la secundaria.
- ¿Nos extraña?
- Por supuesto que sí, Bárbara... ¿Quieres contarme cómo fue tu día?
- Aburrido, igual que siempre.
- ¿En serio?
- Sí, por eso no quiero ir mañana.
- En casa va a ser peor.
- No.
- ¿Quieres apostarlo?
- ¿Me dejarás quedarme en casa?
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Con tan pocos años
RomanceDespués de aquella situación que quisiera olvidar, Lucero es una mujer joven, hermosa y con una buena vida por delante. Su padre es Rafael Hogaza, dueño de la revista más leída en Miami. En su vida notará que las situaciones no se resuelven como en...