TREINTA Y UNO

776 45 4
                                    

Lucero P O.V

Aquel "Te lo juro" me invadió de una inmensa felicidad... Saber que sería mío, y estaría para mí en todo momento me llenó de completa tranquilidad.

Me sonrió ampliamente, y me besó.
Podría decir que recordar aquellos momentos de silencio con él, eran los que más recuerdos me traían. Quizás sucedía como en aquellas historias de amores perfectos, que cada "Te amo" era una promesa de estar juntos para siempre, y deseaba que así fuera: Poder dejar las debilidades a un lado, y llenarme de valentía para afrontar cuanto obstáculo se atraviese.

Y así fueron transcurriendo los días y unos cuántos meses: Mi vientre estaba cada vez más grande. Llevaba mucho tiempo sin saber nada de Alejandro, y eso me hacía feliz, puesto que uno de mis temores nocturnos era que apareciera y nos hiciera daño, pero por milagro no fue así.

Mi padre se encargó de traerme el trabajo a casa, y mi madre de cuidarme la mayor parte del día. Recién estaba cumpliendo 8 meses y medio de embarazo, por lo cual los chequeos médicos se hacían cada vez más seguidos.

Bárbara apenas pronunciaba unas cuántas palabras e intentaba dar algunos pasos, pero no le salía del todo bien. Era cada vez más hermosa físicamente: Su piel era blanca y su cabello era castaño claro; sus ojos eran una mezcla entre cafés y verdes, idénticos a los de Sophía. Anthony ya la conocía, y cada visita suya me inquietaba pues no quería que la apartara de mi lado, aunque siempre me decía que se quedaría conmigo.

Por otra parte estaba Fernando. Sus atenciones para conmigo me calaban el alma, podría decir que cada día que pasaba, me enamoraba más de él. Habíamos decidido ya el nombre de nuestro hijo, sería Daniel Ángel, puesto que sería un varón.

** FLASHBACK**

- Estoy nerviosa.

- No lo estés, todo está muy bien contigo, y tu embarazo va de maravilla. - estrechó mi mano- Además me tienes a mí

- Eso sí. - Sonreí.

- Lucero Hogaza, consultorio 6-13. - sonó en el altavoz. - Consultorio 6-13, Lucero Hogaza. - repitió. Me levanté rápidamente de la mano de Fernando, y juntos caminamos al consultorio.

En él se encontraba el doctor Miller, un hombre de aproximadamente 50 años, amigo de mi padre, y quién se había hecho cargo de mi embarazo.

- Lucerito. - se levantó y me tendió su mano. - Señor Colunga. - Hizo lo mismo con Fernando - Hoy sabremos el sexo del bebé, ¿ansiosos?

- Mucho. - sonrió Fernando.

- Bien, ¡Manos a la obra entonces! - me cambié por la bata de hospital que el doctor Miller sugirió que usara, me recosté en la camilla del cuarto de junto, y comenzó. - El bebé está muy bien, señores. ¿Lo identifican?

- Sí -respondí ahogando mil emociones en un apretón de manos a Fernando que no separaba la vista de la pantalla. - ¿Qué es?

- Ahm, veamos - siguió recorriendo mi vientre con el aparato - Parece ser... No... Es un varón. -sonrió - ! ¡Felicidades a los dos!

Aquellas palabras llegaron a mis oídos empujando las lágrimas que amenazaban con salir desde el momento en que entré al consultorio. Fernando me ayudó a levantarme de la camilla y me abrazó fuertemente mientras lloraba también.

** FIN FLASHBACK**

- ¿Qué haces aquí sola? - inquirió mi madre.

- Tomando aire fresco, no pensé que eso estuviera mal.

- No está mal, pero preferiría que no lo salieras sola. - insistió.

- De acuerdo, lo siento, estaba aburrida.

Con tan pocos años Donde viven las historias. Descúbrelo ahora