Contigo bailo para toda la vida
—¡Necesito que alguien vaya a comprar unas bolsas de hielo al supermercado, por favor! —gritó mamá cerca de nosotros, como si no fuésemos los únicos en el lugar.
En la heladería solo nos encontramos Kyrre y yo de trabajadores. Bueno, no es que haya miles, pero Ginny estudia y no puede venir todos los días.
—¿Podemos ir juntos? —le dije, mientras parpadeaba muchas veces.
Mamá nos analizó un momento y luego asintió.
Dejamos nuestros delantales y gorritos, y salimos rápido del local antes de que se arrepintiera.
—Por un momento pensé que diría que no a tu petición —suspiró Kyrre aliviado —. Si pasaba un minuto más ahí dentro te juro que me daría algo del encierro.
—Ya somos dos —formé una línea con mis labios.
—¿Qué tal, amiga? —rio al preguntarme eso.
—Estoy bien, joven... Pero bien cansada, como siempre.
—Tengo fe de que algún día todo esto acabará para ti —me dedicó una sonrisa amistosa —. Pero por el momento debemos de ir por esas bolsas de hielo antes de que tu mamá use el picahielo con nosotros por no darnos prisa —rio.
—Vámonos en el coche —le insistí, sacudiéndolo del brazo.
—No seas huevona y caminemos. Está super cerca.
—Yo solo camino con Snowball —dije de forma cansada.
—Y ahora caminarás conmigo —me sonrió, pasando su brazo por mi cuello para arrastrarme.
Nos fuimos en silencio por medio camino, ahora era uno de esos días en los que no sabes ni por qué te sientes apagada y con ganas de hacer nada. Esto suele pasarme muy seguido; es como estar viendo la playa, pero por más hermosa que sea sabes muy bien que el peligro está ahí dentro. <<¿Soy feliz?>> me pregunté, solo que la respuesta nunca llegó. Simplemente porque no la sabía. No sé si soy feliz o solo vivo porque no me queda de otra más que aguantar todo.
Llegamos a un semáforo y esperamos a que este se pusiera en rojo para poder pasar.
—Mira, Moondream se presentará en El Bar de los Hermanos Evans —apuntó hacia una esquina.
—¿Irás a verlos?
—No sé, puede que sí —suspiró —. Tal vez le diga a Jeff, si es que se encuentra acá igual.
—¿No lo sabes? —le pregunté confusa. Ky y Jeff eran mejores amigos en la escuela, pero terminaron tomando caminos separados una vez Jeff entró a La Marina de los Estados Unidos.
—Es que a veces me pierdo con los días que viene de visita y con los que pasa entrenando a reclutas.
—Se me olvida que ya está en otro rango —sonreí.
Kyrre ya no siguió hablando de Jeff, creo que no le gusta mucho tocar el tema porque aún sigue preocupándose por él por estar metido en La Marina, aunque ya no sea un recluta por haber cumplido los cuatro años de servicio arriba de un barco... Y pienso que es por eso por lo que sintió tanto temor por su amigo, ya que no cualquiera tiene el valor de irse por tanto tiempo y, peor aún, en medio del océano. Al menos ahora, Jeff únicamente entrena reclutas en Great Lakes, aquí mismo en Illinois.
Entramos al supermercado y nada era nuevo, todo era normal: frutas y verduras a la izquierda, bebidas a la derecha y embutidos con lácteos al frente. Este más bien es un mini-supermercado, ya que se parece más a un pequeño local de esos que hay en las gasolineras. Es el más cercano así que está bien. Con tan solo tenga lo que uno necesita basta y sobra.
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¿Te quedas conmigo?
Lãng mạnDylan Harper, un estudiante universitario que sueña con ser animador digital, busca dejar atrás un pasado lleno de sombras. Claire Avery, una joven reservada que trabaja en la heladería de su familia, sueña con escapar y dedicarse al diseño de modas...