17- Dylan - Me siento en las nubes desde que la conocí

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Me siento en las nubes desde que la conocí

Me sentí mal por cómo le respondí a Clairy, perdón, Claire. Bueno, me vale un cacahuate, yo le seguiré diciendo Clairy le guste o no, a mí sí me gusta.

Efectivamente, Claire no estaba enojada..., estaba enojadísima, furiosa, con unas ganas enormes de agarrarme del cabello y sacarme a rastras de la heladería.

—¿Así que ella es la chica con la que te veríais en la cafetería? —me preguntó Jacob.

—Sí... —le contesté suspirando —. Lamento el no presentarla contigo, pero estaba muy ocupada odiándome un poco.

—Tenía su razón. Y digo tenía porque en estos momentos sé que debe de estar muy mal, luego de saber la verdad.

—Me das unos ánimos, tú... —suspiré peor que antes.

—Es que es la verdad, Dylan. Pero, vale, ya no hablemois de ella.

—Yo sí quiero... —respiré.

—Vale, si eso es lo que queréis, pues una noche de esta semana, accidentalmente me la pasé llevando por ir casi corriendo.

—¿Qué? —fruncí el ceño.

—Sí —se rio —. Y con tan solo saber su nombre, supe muy bien que era la chica con la que saldrías.

—Saldría, exacto, ya que no sucedió.

—Tampoco fue como que no quisieses, en realidad no fue tu culpa.

Negué con la cabeza algo achicopalado. Se suponía que está era mi oportunidad para resolver las cosas con Clairy, pero lastimosamente no lo fue.

—La chica es linda. —Cuando dijo eso, frené bruscamente y Jacob se fue hacia el frente y se dio un golpe — ¡Hey! —exclamó, mientras se sobaba la quijada —. Es un simple cumplido y ya.

—Te voy a quitar el permiso de caerle a mi mejor amiga, oís —lo amenacé con mi dedo y seguí manejando nuevamente.

Es la princesa de mi videojuego —rio —. Ya sabía yo que eso no podía ser verdad.

—Oh, cállate.

—¿Y dejasteis de comer un día entero solo por ella? —volvió a reír cínicamente.

Ush, Phoebe imprudente. Todo le cuenta a su cuchurrumín.

—Comí helado.

—Helado, mhm. Un platillo sano, de restaurante fino.

Suspiré. El que Jacob me esté molestando en estos momentos no es para nada relajante.

—Ánimo, amigo —me dio una palmadita en la pierna —. Hay más peces en el mar. Te falta conocer a más chicas.

—No quiero conocer a más nadie.

La quiero a ella.

—Es la persona más detestable y genial que conocí hoy —abrió una lata de soda.

—No la conoces para decir eso.

—Tú tampoco.

Bueno, en parte es verdad.

—Si te llegas a enrollar con ella... —tomó un sorbo de Sprite —, ya sabemos quién será la que mande en la relación, eh.

—Dudo mucho ser algo de ella. ¿Qué acaso no viste que me quería lanzar algo a la cabeza?

—Bueno, no sería la primera chica que lo hiciera.

—Idiota.

Me estacioné frente a su casa y me dijo:

¿Te quedas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora