¿Por qué apareciste justamente ahora?
La única camisa que me había parecido la mejor elección ahora apestaba a sudor. Mi coche, por más que lo intenté, apesta a vómito. Por no decir nada como yo como ser humano, porque ahí sí que apestó el triple.
Claire no me perdonará nunca.
Era imposible. Una pesadilla. Algo irreal.
Con el trabajo que me costó hacer que ella aceptara salir conmigo hoy...
No sé cómo, en serio no puedo comprender cómo es que justo hoy se joda hasta el radio del coche y no pueda ver la hora ni ahí.
Todo conspira en mi contra cuando en serio quiero que algo suceda.
Mientras estaba en el tráfico, observé que una señora estaba parada en una esquina con un montón de flores. Que Yaira me perdone por no comprarle a ella, pero este es un asunto serio y urgente. Así que decidí comprarle un girasol a Claire. Me dijo que le gustan, por lo que, haciéndolo, posiblemente su coraje baje un poco.
—¡Véndame uno! —le grité —. ¡Sí! ¡Uno! ¡Por favor!
Al suave, man.
Gritas como tamalera.
—¡Gracias! Quédese con el cambio.
La señora me agradeció muy amablemente, a lo que se ganó una sonrisa de mi parte. Algunas personas mayores que venden en la calle son mil veces más agradecidas que los que tienen un puesto fijo en alguna empresa o lugar de prestigio.
Arranqué nuevamente y conduje otros minutos ETERNOS más.
Cuando por fin salí de esa chorrera larguísima de vehículos, pude ver que me encontraba cerca de W Rosemont Avenue; así que, ya solo me faltaba una maniobra de timón más para salir del redondel y poder llegar a la cafetería que queda dentro del campus universitario.
—¡Por fin! —Solté cuando llegué a la cafetería.
Estacioné el coche, y unas personas, que no reconocí, me hablaron, pero ni tan siquiera les devolví el saludo porque en serio me precisaba más llegar dentro de la cafetería y poder decirle a Claire cuánto sentía la demora, pero que estaba ahí y que no le había jugado una obra.
Cuando iba subiendo las gradas, no me percaté de que un niño de quizás unos nueve años me imitaba. Pero por tal razón me lo pasé llevando y casi se cae de narices. Me sentí muy apenado, pero justo cuando iba a pedirle disculpas, el niñito condenado me sacó la lengua.
Niños maleducados de hoy en día.
No le dije ni una sola palabra, simplemente hice lo que todo adulto joven como yo hubiese hecho en este caso: le saqué la lengua igual.
El niño se sorprendió tanto ante lo que hice y no hizo nada más que seguir su camino.
Bueno, sé que tal vez fui muy inmaduro, pero tampoco iba a dejarme de esa criaturita. Creo que tenía que aprender desde ya a que no siempre podrá ganar en esta vida y a que no debe de portarse mal con nadie.
En fin, ahora eso era lo que menos me importaba; ahora solo debía de buscar a alguien. A Claire. Así que respirando hondo para tratar de calmarme, empujé la puerta y entré a la cafetería.
Pero no la miraba por ningún lado por más que giraba en mi propio eje.
Claire no está.
¿Se habrá ido o aún no ha venido?
Espero que no haya venido todavía.
Sentí que alguien tocó mi hombro, por lo que, con la misma emoción que me caracteriza desde que la conocí, me giré para saber si se trataba de ella... Pero para mi mala suerte no era así. Era alguien más.

ESTÁS LEYENDO
¿Te quedas conmigo?
RomanceDylan Harper, un estudiante universitario que sueña con ser animador digital, busca dejar atrás un pasado lleno de sombras. Claire Avery, una joven reservada que trabaja en la heladería de su familia, sueña con escapar y dedicarse al diseño de modas...