De la tristeza a la alegría
Sentí que alguien me golpeó la costilla, por lo que levanté de golpe mi cabeza que estaba acostada sobre la mesa del pupitre.
—Me dolió —parpadeé varias veces y luego le puse mala cara a Arianna.
—Perdóname —se encogió de brazos —. Pero te estoy librando del mal —miró hacia el frente, justo donde el licenciado Wilson se encontraba.
—Entré al videojuego en el que King Kong intenta aplastar a Mario con enormes barriles desde que puse un pie en esta aula.
Por suerte, Arianna entendió la referencia de unos de mis videojuegos favoritos porque estudiamos lo mismo y prácticamente tenemos los mismos gustos por eso.
Pasé mis manos por la cara para tratar de espabilar bien. Realmente me sentía muy cansado por la fiesta de anoche.
¡Vaya fiesta!
Era la primera vez del año en la que había aceptado unirme a mis amigos e ir a una de las típicas fiestas que organizaba la facultad de nuestra universidad. Esta vez se habían unido dos facultades: la de ciencias y humanidades, y la de ciencias de la tecnología, que es a la que pertenezco yo. La verdad era que me habían rogado durante todo el día para que los acompañara, pero acepté únicamente porque en verdad me dolía muchísimo la cabeza por tanto que hablaban cerca de mí.
Al principio, lo único que quería era largarme de ahí.
Al final, di gracias por haber estado ahí.
Haber visto a Claire llegar al club anoche fue algo que me impresionó. Pensé por un momento que estudiábamos en el mismo lugar, pero luego me di cuenta que no. Claire me dijo que había llegado por su mejor amigo, quien había sido invitado por unos chicos de la otra facultad. Pero no puedo estar más que agradecido por ello, ya que por eso pude verla. Y es que aún no puedo sacarla de mi mente por completo. Claire se veía muy preciosa. Y lograr que aceptara bailar conmigo fue lo mejor de todo.
Sentí otro golpe en mi hombro ahora, por lo que volví a reaccionar asustado.
—Ya desperté, ya desperté —le dije a Arianna, mientras bostecé sin disimulo alguno —. Estoy bien, ¿sí?
—Bien adormitado.
—Ni tanto —me estiré de manera perezosa —. ¿No ves que estoy al cien?
—Claro, y yo mido un metro con ochenta —sacudió su cabeza y rio.
—¿Cómo es que tú estás de maravilla y yo no, si solo hemos dormido dos horas?
—No sé, tal vez porque yo en ningún momento bailé como lo hiciste tú con esa chica —sonrió, tanto que sus mejillas se pusieron rojas.
—¡Shhh! —sonreí de solo acordarme.
El baile fue bueno, sí, pero haberle cantando, por primera vez, una canción así de romántica a alguien lo vuelve mejor.
Se sintió cómo si todo alrededor se paralizó y nosotros dos éramos los únicos en movimiento.
Un momento tan mágico, bello y real que jamás podré olvidar.
—He visto a muchas personas en mis eternos veintiún años —tomó mi hombro y yo la miré —, pero puedo decir que ustedes tenían ese algo especial que los hacía únicos en medio de tantos.
Justo cuando estaba a punto de darle las gracias por eso, que volví a brincar del susto cuando algo cayó encima del pupitre.
—¿Estuvo buena la fiesta, señor Harper? —el licenciado Wilson me miraba molesto.
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¿Te quedas conmigo?
RomansaDylan Harper, un estudiante universitario que sueña con ser animador digital, busca dejar atrás un pasado lleno de sombras. Claire Avery, una joven reservada que trabaja en la heladería de su familia, sueña con escapar y dedicarse al diseño de modas...