Odio a Dily
—¡Claire, ya me voy! —escuché el grito de mi mamá en la sala.
—Está bien —le contesté, solo que en voz más bajita.
Era ya el siguiente día, plenas 10 de la mañana, solo que no iría a trabajar hoy. Por suerte, mamá me dejó quedarme este día acá por lo que me había pasado ayer; tanto con Dylan como con la lluvia, porque me había enfermado por haberme mojado y seguía resfriada.
La puerta se abrió y vi que me sonría de lado, como queriendo animarme.
—¿Ya estás mejor? Hablo en general.
—Yo creo que no —sonreí forzada y pasé mi mano por mi nariz mocosa.
—Ay, hija —terminó por entrar y se sentó a mi lado —. A veces las cosas suceden porque así deben de ser. Quizás fue demasiado pronto para que salieras con alguien, si ni tan siquiera lo conocías del todo bien —pasó su brazo por mis hombros —. A veces todo lo que se proyecta en nuestras cabecitas no suele pasar en la vida real.
—Sé que me equivoqué.
—No eres la primera ni la última a la que le puede suceder.
—¿Tú pasaste también por esto? —le pregunté por lo bajo —. ¿Papá alguna vez te hizo lo mismo?
—No una sola vez, sino varias —resopló riendo —. Al principio me afectó, pero después prometí que eso no me afectaría ni mucho menos me destruiría por completo —formó una línea con sus labios —. A pesar de que tu papá y yo estuvimos juntos desde adolescentes, Claire, él en varias ocasiones no estuvo a mi lado, si es que así lo crees.
—¿Cómo así? —fruncí mi entrecejo, en verdad me había tomado por sorpresa esa verdad, que me llevó a no entender mucho.
—Tu papá, cuando estábamos juntos allá por nuestros quince años, él... tenía una mejor amiga. A quien sé muy bien que amaba con todo su corazón. Y creo que basta con decirte que Dustin y ella no eran como Kyrre y tú, sino que entre ellos existía aquella chispa que terminó por apagarme a mí —sonrió, dando por hecho de que en verdad eso en su momento le dolió tanto, pero que ahora dejó de afectarle ya.
Quise preguntarle qué más había pasado. Si papá la prefirió a ella al final. Qué había sentido mi mamá en ese momento y cómo pudo superarlo. Pero no pude. No pude. Aunque la curiosidad me invadía en querer saber hasta el nombre de, en aquel entonces, aquella señorita, me fue imposible hacerlo porque, que mamá se abriera conmigo en contarme algo demasiado personal de la vida de mi papá y ella, tampoco debía de ser muy imprudente y esperar a que ella volviera a tocar el tema otro día.
Creo que con eso mamá me dejó en claro que, esto que me había pasado, no se comparaba en nada a lo que un verdadero dolor amoroso es.
—Pasará, ya lo verás. —Me terminó dando un beso en la cabeza —. Dejé té de manzanilla en la tetera. Eso te va a ayudar para la alergia —abrió la puerta —. Adiós, cariño, te amo.
—Yo también te amo —sonreí con sentimiento.
Snowball se subió a mi lado y comencé a acariciarle la cabeza.
—Hola, pequeño, ¿qué crees? —solté una risa amarga —. A tu dueña le volvió a ir mal en esas mierdas del amor —rodé mis ojos —. No, mentira, esto no es lo mismo... Esto es quizás diferente, pero no lo vuelve mejor. Esto se llama superar lo que no fue.
Me quedé viendo hacia un punto fijo de la habitación, justo donde está un dibujo de una chica viendo hacia el frente, en el que hay una oscuridad abajo, pero mucha luz de la luna arriba. Había hecho ese dibujo para una tarea de artística en bachillerato. Justo cuando tenía 16 años y en lo único que pensaba era en que, tarde o temprano, la oscuridad me invadiría por completo hasta dejarme enterrada para siempre.
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¿Te quedas conmigo?
RomansaDylan Harper, un estudiante universitario que sueña con ser animador digital, busca dejar atrás un pasado lleno de sombras. Claire Avery, una joven reservada que trabaja en la heladería de su familia, sueña con escapar y dedicarse al diseño de modas...