7- Dylan - Feliz como una lombriz

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Feliz como una lombriz

Estaba sentado en una de las miles de mesas que existen acá en la universidad. Aquí afuera es muy fresco, porque es como estar en medio de una jungla de tantos árboles, arbustos y plantas que hay alrededor. Y respirar aire puro muchas veces me ayuda a pensar mejor las cosas.

Miré al frente de la nada, fijándome en que un grupo de chicas de primer año me miraban y murmuraban cosas entre ellas, mientras se enseñaban sus celulares y soltaban risitas.

Y creo saber el por qué lo hacen —rodé mis ojos —. Mi segundo apellido es Holt; mismo apellido que ocupa mi hermano mayor, llamado Gideon, quien es un actor demasiado famoso y que ha participado en muchas películas ya, las cuales lo han hecho ganar varios premios importantes. Así que, por aquí y por todas partes, hay quienes me reconocen por el parecido  que ambos tenemos —y que nos negamos en aceptar —, por lo que, en más de alguna ocasión, se me han acercado las personas a mí como si yo fuese la celebridad.

—¿En qué pensáis? —Jacob se sentó en una de las bancas de la mesa frente a mí.

—Me espantaste, baboso —me reí.

—Es que mirabais a esas chicas muy atento, eh.

—Me están acosando, por si no te das cuenta.

—Cuidado y te besan —volvió a reír —. Pero ya vale, no les prestéis atención. Mejor dime qué estais haciendo aquí y tan solito.

—Estaba pensando en las actividades, nada más en eso.

—Sí, ajá. Y yo no nací en Barcelona —Negó con la cabeza al no creerme —. ¿Disteis con la dirección el otro día? Ya no te pude preguntar.

—¡Oh, sí fíjate! Solamente estuve una hora de arriba para abajo como loco, pero todo normal, nada raro.

—Lo raro hubiese sido que llegaseis a la primera, pero como el señorito se pierde hasta en su propia casa —rio.

—Tampoco soy tan estúpido —le entrecerré mis ojos.

—Sí, ajá.

Jacob y yo hemos sido amigos desde que entramos a la universidad, no estudiamos lo mismo, pero al igual que yo, él estaba solo el primer día sentado en el fresco pasto. Así que me acerqué y comenzamos a hablar hasta que con el tiempo se formó un lazo poderoso de amistad. Y ahora somos como hermanos.

—Ni tan siquiera sé dónde puede ser la fiesta, ¿tú sí?

—En una heladería. Ya la pagué.

—¿Heladería? —me preguntó extrañado.

Miércoles. Tengo que pensar en qué responderle a las ya.

—Sí, a Phoebe le gusta mucho... —lo miré confuso —. Es más, tú ya tendrías que saber eso.

—Phoebe habla solo de libros, no me cuenta su vida como a ti.

—Pero te gusta y tendrías que saber eso. Incluso más que yo.

—Sois su horrendo mejor amigo —rodó sus ojos —, es obvio que lo vais a saber todo. —Me limité a sonreírle —. Ten, aquí está mi mitad, por el amor de mi vida lo que sea —me extendió dos billetes.

Recuerdo muy bien que un día olvidé mi cuaderno en casa, así que le llamé a Phoebe para que me lo trajera, obviamente sabe que debajo de la maceta de rosas está la llave.

Jacob me acompañó hasta la entrada y fue ahí donde se vieron por primera vez. Literalmente, ambos tuvieron un flechazo. No son novios oficiales porque yo le he dicho a Pheebs que se haga la de rogar, pero Jacob está tan clavado con ella que hace de todo siempre para conquistarla.

¿Te quedas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora