19- Dylan - Todo lo bueno sucede en el mar

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Todo lo bueno sucede en el mar

Llevaré a Clairy al mar. Ese sitio es uno de los más relajados que conozco de acá. No hay mucha gente, porque no voy directamente donde están chapoteando todos y riendo. Haciendo ruidos molestos, pues.

Para mí el mar es una de las creaciones más divinas que hay en el mundo; en él te puedes relajar, sonreír y a veces hasta puedes desahogarte mientras te sientas en la arena y ves las olas.

Esto es como un tipo de terapias de las mejores que existen.

Y traer a Claire acá me llena de felicidad, ya que es como mostrarle a alguien uno de mis espacios más personales.

—Baja aquí —le dije, mientras estacionaba el coche bajo un árbol.

—¿Aquí? —preguntó.

Me reí ante eso y la pillé viendo a todos lados. Es que este es un sitio bastante apartado, como les decía, y ni tan siquiera hay personas.

—No te asustes, nunca me han asaltado.

—Bueno, eso le quita un pequeño porcentaje a mi miedo.

—No tienes por qué temer —me miró —, ahora me tienes a mí y yo nunca dejaré que nadie te hago algo.

—Ahora tengo más miedo —se rio.

Otra cosa que conocí ya de Claire es que casi siempre habla con ironía.

Cae bien en ese sentido la muchacha.

—Hey, yo te hablo con ternura y tú sales con eso —sacudí mi cabeza.

—Es broma, Dily —apretó mi mejilla —. Gracias por eso.

Nunca dejo que nadie toque mi cara, pero ella..., ella puede hacer eso y más.

Bajamos y la brisa cálida azotó en Claire. Su cabello comenzó a moverse y se veía radiante. Caminó un poco y vi que se quitaba sus zapatos y puso sus pies en la arena. Sonreí de solo ver su rostro. Caminé hacia ella y me puse a su lado viendo al mar.

—Esto es vida —respiró.

—Lo es. Ven acá.

Nos sentamos bajo un árbol y yo no puedo parar de mirarla. Es que todo en ella es una belleza, siempre me hace esbozar una sonrisa.

—Qué bonito aquí.

—Y tú no querías bajar.

—¿Por qué aquí? —me preguntó.

Di un suspiro y le dije con voz suave:

—Cuándo me mudé aquí, no tenía a nadie, bueno, Phoebe fue la primera en hablarme y me regaló un pastelito que casi me intoxica —reímos —. Pero, no era lo mismo. Estar sin mi familia, y lo peor, sin mis amigos en un lugar desconocido y solo, fue difícil. Así que, un día salí a dar una vuelta y vi este sitio, me agradó tanto y me senté aquí mismo. Me hizo sentir menos triste de lo que estaba.

—Debe de ser extraño vivir así.

—Créeme, lo es.

-¿Qué se siente? —sacudió su cabeza y se acurrucó —. Es decir, ¿cómo es vivir en un lugar nuevo por... años?

—Al principio te sientes solo, muy solo, pero después eso se va alejando mientras vas conociendo personas y lugares nuevos —extendí mis brazos, dándole a entender que encontré este rinconcito en la playa —, eso te hace saber que, tal vez, la vida no sea tan mala y dura como lo piensas.

—Qué bueno que ahora te sientes de esa manera... Yo no sé qué haría si un día me fuera de acá, creo que ya me acostumbré a todo como para dejarlo jamás.

¿Te quedas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora