24- Claire - Antes de que la tormenta llegue

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Antes de que la tormenta llegue

La nieve ya cubrió por completo la ciudad. Eso me hace dar cuenta de que tengo poco tiempo para saber qué hacer —suspiré —. Metí mis manos a los bolsillos de mi suéter y me puse el gorro. El clima ya es demasiado frío. Voy de camino a mi casa, mi mamá me dejó irme temprano de la heladería, ya que estaba vacía. Aún no me atrevo a decirle nada a ella sobre la propuesta que me hizo mi papá. Simplemente no sé cómo hacerlo y eso me frustra.

—Buenas tardes, querida —me saludó la señora Jannis.

—Buenas tardes —la apreté en un abrazo —. ¿Cómo está?

—Estoy muy bien, mi familia vendrá para estas fechas y eso me pone feliz.

—Oh, qué me alegro, señora Jannis.

—¿Y a ti qué te pasa? —me tocó las mejillas —. ¿Te sientes mal?

—No..., estoy bien. Es solo que...

—Ven, Claire, pasa un momento a mi departamento y juntas hablemos.

No me quise rehusar a eso, porque en verdad necesitaba hablar con alguien, así que entré al departamento de la señora Jannis, el cual está pintado de color rojo oscuro, en las paredes guindan pocos cuadros de flores y otras pinturas. Este lugar es acogedor.

—¿Quieres tomar algo?

—No, muchas gracias, así estoy... bien.

—Bueno, cuéntame entonces qué es lo que te hace tener esa mirada triste.

La vi de inmediato y sonreía de lado.

—Es que —suspiré —, si usted tuviera mi edad y alguien le diera la oportunidad de ser todo lo que ha pasado soñando toda su vida, ¿aceptaría?

—Lo haría sin dudarlo. —Miró hacia otro punto —. Cuando tenía tu edad quería ser pintora —señaló los cuadros, y me di cuenta de que habían sido creados por ella, lo cual me sorprendió mucho —, pero, por motivos personales —hizo un gesto con sus dedos insinuando dinero —, mi mamá no pudo pagarme nada de eso. Así que no pude lograr mi sueño. Y, un día, mi papá apareció como acto de magia, y él fue el que me quiso ayudar a estudiar eso... Solo que, a veces el orgullo y resentimiento puede ganar en las batallas, por lo que le dije que no... Y hasta ahora sigo pensando en que, si le hubiese dicho que sí, obviamente esos cuadros ahora serían famosos.

Me quedé en silencio un momento, quería respetar sus palabras.

—¿Tengo que aceptar? —le pregunté en un hilo de voz.

La señora Jannis había entendido lo que le había preguntado en un dos por tres y no hubo necesidad de explicarle nada.

—Esa respuesta la tienes que elegir tú.

—Y si digo que no, ¿me arrepentiré después?

—Lo harás..., así como me arrepiento yo.

Abrí la puerta de mi casa y mi pequeña adoración peluda corrió a recibirme.

Lo acaricié y me fui a mi cuarto.

Las palabras de la señora Jannis seguían revoloteando en mi mente.

Ya estando aquí decidí llamarle a mi papá. Pero para mi mayor sorpresa no me contestó él, sino que Francely, la esposa de mi padre.

¿Te quedas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora