-"La Unidad de Análisis Conductual de Quántico en Virginia ha perdido a una de sus Agentes y han solicitado a un reemplazo"-, El Agente Markov, teniente general del departamento de Investigación Criminal entró sin tocar a la oficina de su compañera, que descansaba los pies sobre su escritorio mientras leía un archivo.
-"¿Lo solicitaron... en Rusia?" -, la Agente levanta la vista de las hojas y enarca una ceja en señal de confusión. Las relaciones militares con Quántico no eran las mejores durante esos momentos por lo que resultaba sorprendente que Markov considerara siquiera enviar a uno de sus Agentes. -"Solo di que quieres librarte de mí para conservar tu puesto" -, gruñó con diversión y regresó la vista al archivo entre sus manos.
-"Lo digo en serio, Stark, el parlamento ha aceptado enviarte a Quántico para que estés con ellos una temporada" -, Markov se sienta en la esquina libre del escritorio de la pelinegra, cruzándose de brazos sin apartar la vista de ella.
-"Klim, mi lugar es aquí, Moscú es mi hogar, no quiero regresar a América" -, contraatacó.
Evgenia Stark, una Agente ruso-americana había sido enviada a la milicia americana desde Moscú, Rusia, a la corta edad de diez años, y obligada a tomar el servicio por varios años más, por decreto del propio gobierno. Hasta que recién al cumplir los veintiséis años de edad se le permitió regresar a Rusia para trabajar dentro de la división policial de su país.
Durante su tiempo en América, había servido dentro de las filas Ranger de Washington D.C. y en las fuerzas especiales como Agente de campo en revueltas y conflictos.
-"Tu lugar está, dónde los altos mandos te digan" -, El superior alzó la vista hacia el muro, paseando la vista por la pared tapizada en medallas, reconocimientos y uniformes metidos en vitrinas pequeñas, mostrando el reconocimiento y respeto de los líderes de distintas partes del mundo.
-"Realmente no quieres que me quede, ¿Verdad, Markov?" -, respondió Eve con indignación y bajó los pies de su escritorio, lanzando la carpeta cerrada sobre el mismo. -"¿Cuándo me voy?" -, pese a que la idea de volver a América apenas un año y medio después de finalmente haber salido de allí, sabía que su compañero tenía razón, y ella servía tanto al ejército ruso como al americano, debiendo presentarse si se lo solicitaban en uno u otro país.
-"Hoy, en la noche"- , su amigo y jefe le dio una sonrisa forzada que denotaba lástima y compasión por la situación tan nómada en la que vivía su compañera. -"Te necesitan en Quántico mañana temprano, parece que les urge su nueva Agente" -, el hombre se puso de pie, y palmeó el hombro de la chica en una muestra de pena compartida.
Después de un suspiro largo se dispuso a guardar en una mochila de viaje las cosas más importantes que sabía, iba a necesitar de regreso a América.
En su oficina, sonaba en un volumen bajo 'Winter Flower', sintiendo como si la melancolía de la canción se filtrara por sus huesos y le helara el corazón. No quería dejar Moscú, mucho menos su departamento.
-"¿Quieres llevarte a Ares? Tal vez pueda convencer a Markov para que te permita adoptarlo, después de todo, parece ser la única que le agrada a ese cascarrabias" -, otro de sus compañeros del departamento estaba apoyado en el marco de la puerta de su oficina con los brazos cruzados sobre el pecho.
-"Ustedes no entienden a Ares, por eso no le agradan" -, se volvió hacia él al tiempo que se colgaba su mochila al hombro y tomaba las llaves de su oficina. -"Supongo que llevarme algo de aquí que no sea papeleo y un mal sabor de boca me ayudaría a sobrellevar la tortura de estar bajo el mando de Russel nuevamente".
Al caer la noche, ya estaba en el aeropuerto internacional de Rusia, a punto de subir a un avión para viajar once horas hasta el otro lado del mundo y unirse a un equipo al que no le dieron opción de rehusarse.
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Master Mind || ©Reidstarkgi
FanficEs rusa, está rota y lucha por reunir sus piezas en un mundo donde cada semana pierde un poco más de sí misma mientras cumple con su deber. Evgenia Stark, la hija de un poderoso armamentista y una madre Americana, lucha por salvar su cordura en el...