Master Mind || ©Reidstarkgi

QUINCUAGÉSIMO SEGUNDA PARTE

Cuando me fui, pensé en volver a casa. Quería volver con mi familia, con mis padres. Estaba consciente del gran odio que Nova ya sentía por Ivanov, aun cuando mi entendimiento de niña de doce años quería perdonarlo y no entendía por qué mi papi trataría de hacerme daño. No entendía como había podido dejar que me sometieran a las torturas más crueles y deshumanizadas que podían existir.

Aun quería perdonarlo, porque en el fondo, deseaba su amor. Deseaba sentirme amada por la única familia viva que me quedaba. El incidente...

El asesinato de mi madre me había dejado a la merced completa de Ivanov, y con doce años, no tuve muchas opciones. Escapé eventualmente de casa y el Estado se apiadó de mí. Me apoyaron cuando dije que quería una carrera militar.

Me convirtieron en una asesina camaleónica. Me dieron las armas para luchar y proteger a los que no podían hacerlo. Me prometí cuidar a todos, niños y adultos que, por alguna treta asquerosa del destino, tuvieran que atravesar por el infierno.

«Te convertiste en soldado para salvar vidas, para salvar una vida por encima de las demás, la tuya».

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El zumbido del motor quedó silenciado por el movimiento de la marea y de las olas que rompían contra la costa. Marinka conducía ágilmente entre los surcos que comenzaban a tomar forma de ola a la altura de donde los barcos pesqueros se movían. La fuerza de la marea era tan poderosa que más de un Agente casi cae y es tragado por la fría oscuridad del Mar Negro.

Todo a su alrededor estaba sumido en una profunda negrura. Ni siquiera la iluminación de la luna llena podía traspasar la superficie del agua helada. Todo bajo sus pies se veía oscuro y tétrico. ¿Quién sabe que peligros los asechaban desde las profundidades del agua?

El viaje transcurrió en silencio. Todos estaban demasiado ocupados preocupándose por no caer del barco que la necesidad de hablar quedó sellada por un instante.

El bote donde viajaba Markov junto con Morgan se emparejó al bote de Hotch donde, sin decir una sola palabra, señaló a la distancia un muro de roca que se alzaba imponente, bloqueando la luz de la luna a partir de un punto específico.

Estaban cerca.

Encima de la orilla, lo que parecía un edificio abandonado se cernía silenciosamente por sobre sus cabezas. El antiguo edificio de Siren Industries, aquél que presumía ser el esqueleto de un gran imperio caído.

A simple vista parecía abandonado, sin embargo, gracias a los planos que Veronika y García encontraron, los agentes y los oficiales sabían que el verdadero complejo se encontraba bajo las ruinas.

Cuando la sombra de los acantilados blancos se irguió por encima de los barcos en los que viajaban, se vieron obligados a reducir la velocidad y encender las farolas que Lyapin había integrado a la estructura de los botes.

Marinka también se emparejó con los hombres y habló apenas lo suficientemente alto como para que pudieran escucharla.

—"La puerta está justo en la base. Arriba hay soldados y seguridad, debemos ser extremadamente silenciosos" —, dicho esto, Marinka condujo hasta la orilla y bajó antes de que el bote tocara la tierra. El agua fría empapa su cuerpo hasta la altura de las rodillas. Pero aun así, como si nada, toma el bote por la punta y lo jala hasta anclarlo en la tierra húmeda de la orilla.