La Geisha Giyuu Bowl

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Dedicado a NaokiU464, al fin te encontré ^^

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Era viernes por la noche, muchos salían alegres de sus trabajos listos para relajarse unos pocos días. En el caso de los maestros no era muy diferente; al haber acabado la semana de evaluaciones decidieron que no haría mal.

Fue el profesor de artes quien organizó la salida de ese fin de semana, nadie sabe como pero consiguió una reservación para una casa de té reconocida por sus hermosas Geishas. El pensar que serían testigos de los bellos atributos de estas mujeres les emocionaba a todos.

—Buenas noches, tenemos una reservación a nombre de Tengen Uzui —La mujer de enfrente pareció revisar algo en sus datos y por su cara nada bueno sucedió.

—Lo lamento mucho pero ha habido un problema —Algunos ya pensaban en la opción de tener que volver a casa —Tal parece que su reservación se ha empalmado con la de otro grupo.

—¿Hay algo que podamos hacer...? —Leyó la placa donde venía el nombre —Makomo.

—Sí no les molesta compartir la sala con el otro grupo entonces los pasaríamos. Les podemos ofrecer un descuento, si se niegan les reembolsaremos —Se miraron entre ellos, esta era una experiencia que no se perderían.

—En ese caso, júntenos —La mujer asintió y los guio hasta una de las habitaciones. Al abrir la puerta vieron a un grupo de aproximadamente doce personas, se miraron en silencio por unos minutos.

—Buenas noches, como se les notificó antes compartirán la sala con este grupo de personas —dijo con una voz suave —En recompensa de nuestra error se les ofrecerá el show de la mejor Geisha —dio una reverencia y se retiró dejando a los demás acomodarse.

—¿Y bien? ¿Qué sucedió? —pregunto Sabito. Él y Makomo eran los nietos del dueño de lugar, esa casa de té había pertenecido a su familia por generaciones hasta la actualidad, en el presente eran quienes se hacían cargo de la mayoría de las cosas pues pronto se les cedería.

—Aceptaron, ¿Ya esta listo? —El de cabellos salmón asintió, confiaban que eso evitaría una mala reseña.

[•]

—Espero que valga la pena —mencionó uno de los presentes.

—No hagas como que no te emociona, Akaza. Esta es una gran oportunidad de ver de primera una de las cosas más representativas de nuestro país —dijo emocionado Gyokko.

Todos se quedaron callados esperando el momento que por la puerta entraron dos damas con ropas tradicionales y se sentaron. Empezaron con unas reverencias antes de la presentación de su nombre, la mayor de los dos afinó el biwa antes de iniciar una suave. Cuando las primeras notas sonaron se abrió el abanico con elegancia, de una posición horizontal pasó a uno vertical, levantó su mano derecha al igual que su cuerpo.

Con una gracia y suavidad de un cisne dio un giro sobre si, en la mano izquierda mantenía en movimiento el abanico siguiendo el ritmo de la música, cautivando así las miradas de las personas en la habitación. El conjuntó del fino maquillaje en las delicadas  facciones de la geisha, las hermosas telas que la vestían, los negros cabellos alzados en un hermoso peinados y sus ojos, esos zafiros que no veían a nadie exactamente pero leían su alma.

Al abrir el segundo abanico terminó de atrapar la atención de todos en la sala, era asombroso ver como por más movimientos que realizaba ninguno se cerraba o doblaba; podía girarlos, alzarlos sobre su cabeza, juntarlos en una sola mano y aun así seguían igual de firmes. Los pliegues del kimono se doblaba con una sutileza casi inhumana.

Un Pilar para TodosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora