Capítulo 22. Cansado

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Oven

Han sido tres días y tres noches agotadoras, no me tenía por un gamma débil, pero siento que estoy llegando a un punto en el que no me he visto nunca.

Me duelen hasta las pestañas y soy incapaz de salir de la cama.

Reconozco que Bleach estaba haciendo casi todo en casa del líder, pero desde que me enteré que Rag está embarazada y todos asumimos parte de su tarea, me he dado cuenta que Bleach es la que más lo hace.

Los gammas como ella son tontos hasta la extenuación, entregados y capaces de agotarse hasta enfermar por darlo todo de ellos.

Así que me he quedado con las dos casas, más las letrinas, lavar toda ropa de los alfas y  hacer compañía al omega embarazado y hablador, y joder cómo habla el coso oloroso. Luego vuelvo a la zona gamma y le echo una mano a la abuela, evito a Slate, y después por la noche tengo que salir corriendo a la cabaña de Hammer para tener una sesión de sexo larguísima, para escaparme de nuevo y dormir un par de horas.

No puedo más, y solo llevo tres días, creo que para el fin de semana habré muerto.

Quizás es solo que me he acostumbrado a no hacer nada durante todo el día y mi cuerpo, que es un cabrón, ahora solo quiere darse la buena vida.

Tumbado abrazando a Mop realmente me debato en salir de mi lecho calentito, pero la idea de Hammer entrando a nuestro barracón haciendo que toda esta gente se cague encima seguro que me impide dormir tranquilo.

Haciendo un enorme esfuerzo beso la coronilla de Mop que solo se remueve levemente.

Voy arrastrándome como alma en pena por el barracón, me arrastro igualmente por el suelo polvoso de la calle, y aún me quedan demasiadas calles por recorrer hasta llegar a la puta zona vip, tendré que vigilar que ningún alfa me vea, y colarme como un ladrón por la ventana que Hammer deja abierta.

Entonces me paro en seco, ¿por qué mierda tengo yo que estar haciendo todo esto mientras él está tumbadito cómodamente en su cama tocándose sus privilegiados huevos?

Estoy a un pelo de cerdo de darme la vuelta, no es justo, no es nada puto justo que sea yo siempre el que tenga que hacer todo esto para mantenerle contento.

La vocecita de mierda que me habla en mi cabeza con un tono ponzoñoso me dice que a mí también me gusta, que me gusta colarme allí y agarrarme a ese asqueroso alfa más de lo que me ha gustado nada en mi vida.

Pero todos sabemos que a las voces de nuestra cabeza no hay que hacerles caso, porque un día te dicen ve con ese alfa, y otro, mátalos a todos.

Así que en un elevadísimo momento de autoconsciencia y amor propio me doy la vuelta; que le chupe la polla hoy otro, yo estoy muy cansado.

Ni dos putos pasos y siento que pierdo pie, eso y una peste a eucalipto que tira para atrás.

Hammer.

—Me tenías preocupado —me dice en susurros, me giro para mirarle, estoy tan molesto que hasta él se da cuenta y me baja.

La idea de que el muy maldito iba a ir a sacarme del barracón gamma no era tan disparatada al fin y al cabo.

—Estoy cansado —digo también en susurros, el pelo rubio desordenado parece hoy aún más desordenado. Este alfa no está acostumbrado a no tener lo que quiere y se ha tirado de la melena al ver que no llegaba, como si pudiera verlo.

Casi me rio, casi, en serio, estoy muy cansado hasta para insultarle.

Y el muy idiota hace una tontería, me carga en sus brazos, ni que yo fuera un puto omega inválido, pero mira, si no tengo que andar, mejor.

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