Capítulo 27. Celos

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Oven

Me he quedado en la cama durante horas, ser anudado no es ninguna estupidez, créeme.

No sé en qué mundo de fantasía pensaba que mi cuerpo iba a recibirlo completamente natural.

Para nada, absolutamente para nada.

¿Lo voy a volver a hacer? Por supuesto, soy un puto pervertido suicida. Y esa cosa gorda es mía.

Pero hoy, me lo voy a tomar con calma, y eso que tengo una mierda gamma que te viene al nacer que te dice que muevas el culo y trabajes hasta morirte.

Así que le hago oídos sordos, lo siento por Bleach, hoy no estoy para moverme.

Pero cuando despierto, es por la tarde, y no hay rastro de Hammer, y eso es raro, siempre se escapa para que nos veamos al mediodía, aunque solo sea un segundo.

Y por algún motivo, disfruto de esos pequeños momentos de mierda de cursi idiota.

¿Habrá venido y no me he enterado porque estaba durmiendo?

Lo dudo, Hammer no es nada sutil, cuando está te das cuenta, normalmente me doy cuenta porque me pongo cachondo perdido cuando su olor a eucalipto se me mete por las fosas nasales.

Y nada, no he olido nada.

Me encuentro bastante descansado, me duele aún un poco el culo, no lo voy a negar, pero no como para seguir tumbado mirando el techo.

Quizás aún pueda ir a la cocina y hablar un rato con Mop antes de la cena.

Cuando pongo un pie fuera de la cabaña de Hammer ya lo noto.

Los alfas están raros, los betas están raros, no necesito llegar hasta las cocinas para enterarme por mis compañeros gammas.

Un omega, ha llegado un omega nuevo.

Y siento frío en el estómago como si hubiera bebido agua congelada.

Me quedo tan paralizado que he olvidado hacia donde me dirigía.

Cuando llego a la cocina, todos cuchichean, busco a Mop y no lo encuentro. La que me encuentra es Pot que me mira con cara de pocos amigos.


—Mop ha entrado en celo, ¿dónde demonios estabas?

Y la noticia de un omega me importa una mierda, Mop en celo es algo más importante.

Siempre he estado con él, yo jamás he tenido un celo, y los de mi amigo son horribles, realmente horribles.


Entonces aparece Fork, parece al punto de morirse de un ataque de nervios.

—No he podido hacer nada. —Y rompe a llorar, ¿os he contado lo que me toca los huevos eso, verdad?

—¿Qué coño ha pasado? —pregunto, porque me da igual que los demás me miren mal cuando digo palabrotas.

—Rake se lo ha llevado, me lo ha quitado de las manos, y le va a hacer cosas malas.

Y ahí, va y se cae, colapsando.

¿Rake? ¿Qué coño iba a querer Rake con Mop?


Pero el gemido de angustia de todos a mi alrededor me hace darme cuenta de que me he perdido algo crucial sobre mi amigo, y me odio un poco.

Conozco a Rake, todos conocemos a ese hijo de puta mezquino y cruel, y si tiene a Mop, está claro que no es para nada bueno.

Vale, me duele el culo, pero salgo corriendo de allí, voy a encontrar a mi Mop, y a cargarme a un beta, ¿cómo? Ni puta idea, pero agarro un cuchillo y sé como usarlo.

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