Capítulo 46. Hermanos

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Honey

No puedo evitar sentirme débil, siempre que dejo salir mis fluidos luego me quedo muy debilitado.

No puedo mirarles, no puedo mirar a esos alfas que confiaban en mí, los he matado, los he obligado a matarse entre ellos.

Y sé que todo en mí está mal, no debería poder hacer eso, no está bien. Esos alfas nunca me hubieran hecho nada malo, y ahora su sangre está regando la tierra.

La presencia de mi madre me causa un profundo miedo, su mano en mi cabeza acariciándola. Sus deltas rodeándonos, todos la siguen como su reina.

Y lo es, una reina cruel, letal y despiadada. Una gamma que nunca fue una madre para mí, tampoco lo fue para mis hermanos, sinceramente.

No como las madres que he conocido aquí, aún recuerdo a aquella alfa sosteniendo a su hija.

—Esparcíos y esperad la señal —dice ella a los demás, y nadie se atrevería a desobedecerla.

Camina sabiendo que a cada paso tomaba aquel lugar como suyo. Sabía que lo quería, que el objetivo siempre fue hacerse con un territorio más grande. Y lo va a usurpar.

Los deltas se internan en grupos, y ella me obliga a ir a su lado.

—Tus hermanos me han hablado de una gamma embarazada de otro gamma —me dice y solo asiento.

—No le hagas daño —pido, y me doy cuenta de que es la primera vez que pido clemencia por otra persona, los gammas de esta manada no son como los de la mía, son dulces y entregados, algunos valientes, otros temerosos.

Los ojos de mi madre son del color de la miel, casi amarillos, y aún en la oscuridad, brillan.

—Llévame con ella.

Quiero negarme, quiero irme, quiero ser otra persona.

Pero solo soy yo, y obedezco a mi madre, llevándola hasta las cocinas.

Todos los gammas están hoy trabajando allí, o sirviendo las mesas en las que la manada celebra.

Nos cruzamos con algunos betas, y estos solo nos miran intrigados. Pero la fiesta comienza a afectar a todos, y nadie quiere hacer algo más que celebrar.

Pero cuando entramos en la cocina, los gammas poco a poco dejan lo que están haciendo. En otro momento podría pensar que era por mí, en esta manada los omegas son casi sagrados. Pero sé que no soy yo, sino ella.

No, nadie ha visto una gamma como ella.

Y huelo la duda, huelo el miedo, y ella sonríe.

Pero antes que yo se la señale ella la encuentra, se llama Rag y es tal y como la había imaginado: pequeña, con un vientre abultado en su fino cuerpo y muerta de miedo ante mi madre.

Un macho gamma se coloca delante de ella, y mi madre lo mira sorprendida. Por primera vez en mi vida le veo una expresión distinta, algo que le cruza la mirada, si no la conociera pensaría que era añoranza.

Pero se va pronto, vuelve a ser la reina gamma de siempre, y hace al gamma doblegarse ante ella, aún así, él no se separa de su pareja.

Mi madre acaricia el abultado vientre de Rag, y ella comienza a llorar, todos saben que algo va mal, pero ninguno es capaz de moverse.


Willow

Reparto las bandejas imitando la estúpida expresión de los gammas de esta manada, me dan asco, son patéticos y se merecen todo lo que les pasa.

Por eso nuestra misión es tan importante, por eso da igual el coste.

Miro como estos cerdos alfa no esperan ni a que la bandeja está en la mesa, meten sus manos atrapando la comida.

No puedo evitarlo, y sonrió sabiendo que esa ansia será lo que acabe con ellos y les ofrezco la bandeja con una inclinación de cabeza.

Me dirijo hacia las cocinas cuando una señal me hace detenerme, es un destello verde, es la señal. Los nuestros ya están ahí, y siento como mi corazón se acelera.

No debería salirme del plan, tengo que ir a la cocina y seguir haciendo mi cometido. Pero la señal verde vuelve a iluminarse.

Nadie se fija en mí, algo que jamás ocurriría en mi manada, pero ahora es casi una bendición.

Las calles están demasiado iluminadas para nuestros planes, pero ahora mismo no hay nadie por ellas, todos distraídos con las celebraciones.

Cuando llego hasta el punto desde el que mandaron la señal, le veo.

Las probabilidades de que tanto Linden como yo seamos fértiles son muy altas, y una vez nos hagamos con este sitio, nos enlazaremos.

Ambos tenemos una misión, ambos tenemos un destino. Pero cuando veo a Rock no puedo evitar que mi corazón dé un vuelco.

Un delta con el que no debería verme, mi madre lo mataría si supiera algo de nosotros.

Pero antes de que nos vean los demás él me besa, lo nuestro jamás será posible, pero me aferro a él por última vez.


Linden

Gracias a que estos gammas son todos imbéciles me puedo hacer con las bandejas de los alfas, una a una todas están siendo devoradas.

Ahora le tocará el turno a los betas, no puedo entender el modo de gestionar esta manada.

No tiene sentido que la casta más numerosa sea servida por la más escasa, la de los gammas.

No tiene sentido ninguno, he seguido el trabajo de todos los gammas, y a diferencia de Willow, creo que podrían tener una oportunidad.

Le he contado a madre sobre la gamma embarazada, le he hablado de Oven, le he dicho que quizás estos gammas sí puedan servirnos, al menos algunos de ellos.

Sé que no dejamos a nadie con vida, que los gammas que hemos encontrado en nuestro camino han muerto como todos los demás.

Algún día yo gobernaré esta manada, y las cosas serán distintas. Muy distintas.

Noto unas manos en mi trasero y un beta sonriendo detrás de ellas.

Aprieto los dientes, le clavaría la daga que guardo en mi pernera directamente en sus testículos, arrancándoselos. Pero solo le ofrezco un plato de carne con verduras.

Sus amigos y él se ríen.

—Ahora que están de moda los gammas —dice el hombre —me pido a este, tiene un buen culo.

El resto de la mesa se ríe. Y yo sé quién va a ser el primero al que destripe cuando comience todo. Pero ahora, ahora solo cojo una cuchara, la lleno de una buena cantidad de comida y mi inclino sobre él, metiéndosela en la boca.

Noto el deseo del beta cuando sus dos manos me manosean cucharada a cucharada.

—Luego te veo —me despido de él, y el beta es vitoreado por sus amigos de mesas.

Imbéciles, en nada las risas serán sustituidas por gritos.

Imbéciles, en nada las risas serán sustituidas por gritos

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Vaya tres hermanitos.

Feliz domingo.

Besos

Sara

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