Capítulo 36. Sopa y rechazo

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Oven

—¿Tú estás seguro de esto? —le digo al alfa cabezón que me ha tocado.

Me lleva de la mano casi arrastrándome, vale que dos días ahí encerrado no es gusto de nadie. Pero yo lo veía seguro, qué quieres que te diga.

Hammer ha salido, ha entrado, ha gruñido, ha vuelto a salir, he visto al otro alfa, al que huele a lluvia, y tenía una cara... mira, yo esto no lo veo.

Pero estamos yendo a la zona del comedor, y es que este loco quiere que comamos con el resto de la manada.

Yo solo veo gamma linchado.

Pero de momento, nadie nos ha parado, ni nos persiguen con antorchas.

De momento, que aún es de día.

Cuando pasamos el umbral del enorme comedor donde alfas y betas vienen, me doy cuenta de que yo por esa puerta no he entrado en mi vida.

Yo voy por atrás, por la de los gammas, y las cosas se ven de un modo distinto, no sé yo decir si de un modo bueno o malo.

Hay algunos miembros de la manada ya sentados, y algún gamma sirviendo la comida. Todos se quedan callados y mirándonos entrar.

Hammer me lleva tan pegado a su cadera que voy a convertirme en su tercera pierna. Al otro lado tengo a Axe, el Segundo, y detrás de él una serie de alfas que no conozco, tampoco es que yo conozca a todos los alfas de la manada.

Como su tercera pierna me lleva hasta la zona donde suelen sentarse ellos, y ¡hala!, allí estoy, rodeado de enormes alfas que apestan a ansiedad.

¿Esperan que coma así?

Hombre, a mí el hambre se me ha quitado de golpe.

Pero Hammer me pone un plato por delante y gruñe.

—Come.

Vamos a ver, que no ha parado de decirme que me quiere, ¿y me habla así?

Estoy por mandarle a la mierda, pero teniendo en cuenta lo que estamos haciendo, mejor no joderle por mi lado.

Tomo una cuchara, y remuevo mi sopa, no va a desaparecer porque haga un remolino, pero Hammer parece conforme.

Miro a todos disimuladamente, bueno, en realidad, no soy nada disimulado, algunos betas están con la boca abierta.

Pero lo que me llama la atención son las cabecitas que se asoman por detrás de los mostradores, los gammas tampoco se quieren perder el show.

Normal, no es por nada, esto es único, y no te digo yo que no vaya a ser la última vez que me vean.

Veo sus sonrisas, y su cara de orgullo, como si yo hubiera hecho algo loable por una vez en mi vida.

Y estoy entre molestarme y levantarme, o saludar al público, pero lo que hago es comerme la sopa que han hecho mis compañeros y decir en voz alta lo buena que está.

Los alfas a mi alrededor me imitan y dicen que está muy buena, los gammas se retiran porque están a punto de colapsarles las cabezas del gusto.

Casta predecible la mía, la verdad.

Estoy casi cómodo ahora, la gente sigue mirándonos, cuchicheando, pero Hammer me tiene bien sujeto por la cadera, casi incrustándome en la suya mientras come. Yo sé que lo que quiere es subirme a su regazo y que coma ahí, pero hasta él se da cuenta de que es excesivo para el momento.

El ambiente, que no es que se hubiera relajado del todo cambia cuando entran Dagger, Blue y Honey.

Dagger nos mira fulminándonos con la mirada, pero es la reacción de Blue la más llamativa, evitando el contacto con su alfa.

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