Capítulo 11. Culo roto

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Oven

Cuando despierto me duele el culo, pero obvio que me iba a doler el culo, me han metido el equivalente a un ariete alfa por él.

Me duele y estoy pringoso, ¿cuánto semen tiene un alfa en sus pelotas? Eso no es normal, eso es de un bizarrismo aberrante. Pero me ha gustado, la sensación aunque incómoda me ha gustado y no pienso reconocerlo en mi puta vida.

No hay alfa a la vista, el muy cabrón me ha follado como un bestia y me ha dejado medio roto en su cama.

Pero en el fondo es mejor, no quiero verle esa cara de macho follador nunca más, mi culo tampoco, o eso dice por ahora, que nos conocemos, culito.

Me limpio con sus sábanas, total ya están hechas una mierda. Busco mi ropa, que ese animal no me las haya roto, por favor.

Pero no, no están rotas, me las pongo como puedo. A ver cómo salgo yo ahora de aquí, porque elegantemente es imposible.

Pero cuando llego a la puerta de la habitación esta se abre, y la mole rubia de músculo y semen aparece con comida.

Si me hubiera caído al suelo, el culo se me terminaba de romper del todo, pero no me caigo porque míster polla me sostiene con uno de sus brazos.

—No, de aquí no te vas —me gruñe.

Este tipo no sabe hablar como las personas normales, ¿todo tiene que decirlo con ese tono?

—No, yo me voy —le reto, porque mira, es que no aprecio mi existencia, básicamente.

La puerta se cierra, el alfa me levanta los pies del suelo y me devuelve a la cama. Todo muy civilizado.

Lo único bueno, es que me da de comer.

Pero yo sé que quiere cebarme como a un cerdo para luego comerme mejor, y la puñetera idea me tienta, me tienta.

—¿Qué hora es? —le pregunto con la boca llena.

Pero no me contesta, comemos del mismo plato, y bueno, después de la fontana de semen de antes, ya todo me parece normalísimo.

—En serio —me giro hacia él—, tengo que irme, Pot va a matarme si no termino los baños, y Pot da un miedo que te cagas cuando se enfada.

Hammer levanta su ceja como si no se creyera una mierda, no ha visto a Pot.

—¿Quién es Pot? —Al menos, tiene el detalle de tragar antes de hablar, al final la bestia es educada y todo. Al menos, más que yo.

—La jefa de cocinas, mi jefa.

—No vas a volver al baño. —Eso suena a sentencia.

—¿Entonces a dónde voy a volver?

Este tío dispone de mí como si yo fuera su muñequito, "hoy limpias caca beta, hoy limpias caca alfa, hoy te follo, y mañana ya me pienso qué hago contigo."

—No vas a ningún lado, te quedas aquí.

Esto tiene que ser una broma, o una pesadilla, una pesadilla chistosa, sí.

—Mira, entiendo que nos teníamos ganas, que ha sido un polvo brutal, pero los dos tenemos cosas que hacer —le digo, dejando las cosas en la bandeja de comida—. Yo soy un gamma y tu eres un alfa de los importantes...

¡A la mierda la bandeja y la comida en la bandeja!

Ya estoy de nuevo en la cama tirado con un alfa cachondo encima.

—Oven, te quedas aquí hasta que aclare qué es esto y cómo podemos solucionarlo, apestas a mí y no puedes ir con mi olor por todos lados, ¿te queda claro?

GammaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora