Capítulo 40. Juntos de nuevo

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Saw


Lo que he visto no me gusta, no me gusta lo que significa todo esto, no me gusta ver a Hammer herido y destrozado por amor; no me gusta ver a Dagger dividido por la tradición y por la realidad; no me gusta ver a Axe en medio de todo esto, pero sí me siento orgullosa de él, este sí es el alfa que yo conozco, este es el Axe que me gusta.

Las cosas han cambiado desde que nos fuimos, y nuestra manada está sufriendo un momento complicado, muy complicado.

Cuando Axe se llevó a Honey de vuelta a la manada, los que aparecieron pocos días después no fueron una panda de deltas queriendo recuperar su preciado omega perdido. Dos gammas, pequeños, sucios y asustados nos miraban con unos enormes ojos pardos, con el pelo tan pegado a sus pequeñas cabezas que parecían carecer de él; cuando los vi, lo primero que pensé fue que eran dos pequeñas ardillas que vestían piel humana.

Pero no, eran dos gammas realmente peculiares, porque sus olores eran suaves comparados a los de nuestros gammas, eran olores demasiado tenues, como si solo saliera cuando estaban estresados y desde luego verse rodeados por diez alfas dispuestos a clavarles sus flechas si osaban moverse, les hacía apestar un poco.

—¿De dónde venís? —pregunté con mi fuerte voz de mando.

Pude ver como a la gamma una mancha oscura de orina se le extendía inmediatamente sobre su ropa sucia. Y como el otro gamma comenzaba a temblar incontrolablemente.

Me incliné sobre ellos, eran pequeños, muy pequeños y más jóvenes de lo que la suciedad les hacía parecer.

—¿Os persiguen? —dije lo más suave que pude, ellos se negaban a mirarme a los ojos, pero el macho asintió.

—Llevadlos al campamento, dadles ropa limpia, algo que puedan ponerse y que coman —le dije a uno de mis alfas, no maltrato seres inferiores, no maltrato a gammas muertos de miedo.

Pero necesito que hablen, que nos cuenten de qué huyen un omega y dos gammas.

Los veo dormir, abrazados y limpios, y tranquilos me doy cuenta de una cosa. De una cosa que no puede ser posible, sus rostros me resultan demasiado conocidos, como si ya los hubiera visto antes, su pelo, aunque fino y escaso tiene ese mismo color de la miel, y sus ojos el marrón de la canela, sus rostros de ardillitas tienen labios en forma de corazón, de un corazón que ya he visto.

No puede ser, y me callo mis sospechas, pero al día siguiente me los llevo de vuelta a la manada.

Tengo que llevarlos con Dagger, tengo que ver de nuevo a Honey.

Pero lo que encuentro cuando llego es un combate con un Hammer desgastado y un nuevo problema gamma.

¿Qué diablos está pasando con los gammas en estos días?

De los que yo he traído solo he podido sacar unas pocas palabras, ella parece siempre a punto de llorar y orinarse encima si le hablo, y él tiembla como una hojita de Tilo.

Sonrío porque nunca unos nombre fueron más apropiados para unos seres como ellos, Willow lloriqueaba como un sauce, y Linden se mecía como las hojas que le daban nombre.


Peculiares nombres para unos gammas en cualquier caso.


Los he llevado con los suyos, con el resto de gammas hasta que pueda presentarle el problema a Dagger que ahora parece superado por muchos frentes internos.

Pero cuando vuelvo a ver a Honey mis dudas no hacen más que elevarse, no es posible, pero sin duda esos tres se parecen demasiado, como las versiones de un mismo boceto que en Honey alcanzan la perfección, pero primero pasaron por trazos difusos en los rostros de los gammas.

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