Capítulo 24. Segunda opción

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Slate

Atrapar a Oven es materialmente imposible cuando él te evita, siempre ha sido así.

Pero le he dicho que le quiero y creo que es hora de enfrentar los hechos, sigo pensando lo mismo y se lo voy a demostrar.

—Tenemos que hablar —le digo.

Él me mira de mala gana con su cara de enfado, mira a todos lados y al final asiente resignado.

Le sigo apartándonos del resto como hemos hecho tantas veces, pero esta vez no me contento con solo seguirle, le alcanzo tomando su mano y él se queda muy rígido.

Nuestra historia es complicada, lo entiendo, y está claro que debería haberle intentando tratar mejor, demostrarle que era algo más cuando me di cuenta de ello.

Pero las cosas con Oven nunca son tan sencillas, y nunca lo serán. Se para en seco, su eterno gesto de mal humor debo reconocer que me encanta, trato de besarle, de tocarle, en el lugar que me ha traído lo hemos hecho un montón de veces.

Pero él se aparta, aún así he podido olerte, huele fuerte pero no a su olor, tampoco a otro solamente, tiene una mezcla de olores alfas extraños, molestos. Incluso huele a bollo de leche.

—Tienes amigos mejores ahora, ¿no? —Ha sonado igual de mal que en mi cabeza y él evita mi mirada.

Así que es cierto, no me está únicamente evitándome en nuestro típico modo de relacionarnos.

—Quiero hablar contigo de lo que te dije el otro día. —Retomo el tema del que quiero de verdad hablar— Quiero que vengas conmigo, quiero crear algo contigo... te ...

Pero él no me deja acabar.

—Te estás confundiendo —me dice—, llevas demasiado tiempo sin echar un buen polvo, Slate y se te está yendo la cabeza.

Casi me rio, porque este sí es Oven aunque me toque los huevos que niegue lo que siento. Pero es él y no un cascarón roto.

—Yo sé perfectamente lo que siento —sonrío sobre él.

—Pues yo no quiero eso.

En mi fantasía de declararme a él la opción de que se tire a mis brazos y me diga que también me quiere es casi nula, lo sé, le conozco desde hace años.

—Te propongo que lo probemos, que dejemos de pelearnos, de hacer como si no disfrutáramos juntos.

Acaricio su pelo oscuro, está más largo, me gusta, pero él intenta que le quite las manos de encima, esta siempre es nuestra lucha. Y por una vez quiero dejar de luchar con él.

—Déjame quererte bien —le digo junto a sus labios, mirándole a los ojos—, déjame hacerlo todo bien.

Le beso suave y él gira el rostro, trata de huir de mí, y como quiero hacer las cosas bien me aparto.

—Cuando te perdí supe lo que tenía, lo que podíamos tener, y sé que tú puedes llegar a sentir lo mismo.

—Slate, tú no sabes una mierda.

—Sé que estás con un alfa —le digo, y él trata de no parecer sorprendido—. Ascenso inmediato, desaparición, y ahora vuelves. Hueles a alfa, te escapas y por las noches no estás en los barracones.

Oven me mira sin pestañear pero su nuez subiendo y bajando le delata.

—Lo sé, pero estoy seguro que ese alfa tuyo no puede darte lo que yo quiero darte —le acaricio el rostro y él ni se aparta— quiero algo de verdad, tú y yo, delante de todos.

GammaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora