Capítulo 49. Esperanza

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Slate

Dejar a Mop en las cocinas con esa gente no es algo que me guste, pero aquí no hago nada, ni por él, ni por mí, ni por los nuestros.

Al parecer se han congregado alrededor de la zona de celebración que es donde están todos, o al menos, casi todos.

No me queda más remedio que evitar la zona, todos mis amigos están allí, todos con los que podría contar para esto.

Me sumerjo por callejones demasiado conocidos, rezo a la Diosa para que eso me dé ventaja sobre estos extranjeros, y parece que en eso ella es clemente. Porque a mi paso no me encuentro con nadie.

Hasta que llego a la zona alfa, hay algo de luz, viene de la guardería, y una gota de sudor frío me recorre la espalda.

Solo los niños pequeños han sido apartados de las celebraciones, solo pequeños alfas sin padres.

Cuando cruzo la puerta lo que veo es a un par de hembras alfas con bebés en sus brazos dormidos.

Ellas rápidamente se levantan en actitud defensiva, no debería estar aquí, yo lo sé, ellas lo saben.

Pero cuando veo aparecer a otras tres siento un mínimo de esperanza.

—Nos atacan —digo antes de que estas hembras guerreras me rajen el cuello.

—¿Qué? —dice una de ellas.

—Nos han tendido una emboscada, hay una horda delta dentro de la manada, están agazapados esperando el momento para atacar y los dirigen gammas extranjeros.

—Eso es una completa estupidez. —La mujer ha dejado al bebé en una cuna, pero el olor que ellas emiten los harán despertarse pronto, incluso yo, un beta adulto comienzo a encontrarme mal por el olor fuerte y potente de ellas.

—Rope, creo que deberíamos comprobarlo. —La alfa que habla es inferior en jerarquía, se nota claramente.

—Si mientes, no verás la luz de un nuevo día —dice la tal Rope.

—Lo sé, pero a este paso nadie veremos la luz del sol mañana.

Las cinco alfas se miran, y una de ellas saca sus armas y se queda dentro de la guardería.

¿Ese lugar no lo vigilan mujeres betas?

—Es el único momento en el que podemos estar con nuestros hijos —me dice Rope negando con la cabeza dándose cuenta de mis pensamientos.

Preferiría que vinieran conmigo las cinco, pero lo entiendo, lo entiendo demasiado bien.

Los cinco recorremos en silencio las calles, en un recorrido idéntico al que yo he hecho para ir.

Pero cuando llegamos al círculo que antes ocupaban los deltas, ahora hay cuerpos en el suelo, como un camino de horror, hay betas y alfas, y me temo que son los cuerpos de los que han tratado de salir del círculo.

Estoy a punto de dar un paso más, pero noto una mano fuerte y firme en mi pecho tirándome hacia atrás.

Rope solo niega, y comienzan a desandar el camino.

Lo suficientemente lejos, habla.

—No podemos entrar, no somos suficientes.

Las demás asienten, no tengo ningún tipo de aprendizaje bélico, yo sé hacer casas, ellas son las expertas. Pero siento que tenemos que hacer algo, lo que sea.

—Necesitamos refuerzos —dice otra.

Todas asienten, y las veo marcharse sin más, no lo entiendo.

—Estamos entrenados por si esto ocurre alguna vez —me dice Rope agarrándome del hombro—. Vamos a ir a por refuerzos a los destacamentos, Axe dejó alfas alrededor, fuera de los puntos estratégicos. Sabía que estábamos en peligro.

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