Capítulo 48. El principio del fin

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Slate

Ver a Mop lleno de sangre ha helado la mía, solo puedo respirar tranquilo hasta que me deja claro que no es suya.

Rake, maldito beta, tendría que haber acabado con él antes. Pero al parecer el que lo ha hecho ha sido Mop, y eso es un problema, un problema grave.

Va a ser juzgado, y conociendo a esta manada, lo mejor que le puede pasar es que le echen. Nadie cree a los gammas, y estoy tan harto, estoy cansado de tantas injusticias y haber sido parte de ellas.

—Todo saldrá bien —le digo besándole la cabeza, voy a estar con él, es lo único que tengo claro.

Estoy seguro que ha sido en defensa propia, ese mierda estaba obsesionado con Mop, otros gammas lo han visto, puedo incluso convencer a algún beta. A Chip.

Diosa, ayúdanos.

Lo llevo al barracón, tiene que lavarse, cambiarse de ropa, cuando una manada está celebrando y corre el alcohol no es el mejor momento para pedir justicia.

Mañana, mañana hablaré con el consejo, con nuestro líder.

Mop tiembla contra mi cuerpo, y yo lo aprieto todo lo que puedo contra mí, manchando mis propias ropas.

Y entonces lo sé, tomo sus manos, y las froto contra las mías, contra mi ropa, él me mira extrañado.

—Todo va a ir bien, confía en mí. —Y sus ojitos están llenos de lágrimas, pero sé que confía en mí. —Lo he hecho yo —le digo, y él comienza a querer separarse

—No, Slate.

—La justicia no es igual para todos, desgraciadamente.

Y él sabe que es verdad, le vuelvo a abrazar, y el camino hasta la zona gamma está completamente despejado, lo que tampoco es extraño, están todos trabajando para que esta noche no falte de nada.

Pero es Mop el primero en quedarse completamente rígido.

—Tienen miedo —dice olfateando el ambiente.

Yo hago lo mismo, y es cierto, el olor es mucho más fuerte, más intenso, y pica levemente en la garganta.

No puedo retener a Mop entre mis brazos, porque sale corriendo hacia la cocina.

Solo llego a tiempo de evitar que entre.

Allí no solo huele a gamma aterrorizado, huele a algo más. Y no es bueno.

Nos ocultamos como podemos, pero un ejercito de deltas no solo aterrorizaría a los gammas de nuestra manada, yo mismo siento el miedo en mis entrañas.

Los deltas no dejan vivos a nadie, y si han llegado hasta allí, es porque no hay alfas que puedan defendernos.

Pero vemos como a pesar de exhumar miedo, varios gammas entran y salen cargados de bandejas.

Mop

Nunca he visto a un delta, pero sé que lo son, su olor es fuerte, hay algo salvaje en ellos, algo que no está bien.

El olor de los míos no es capaz de ocultarlo, mis amigos entran y salen cargados de bandejas bajo la atenta mirada de los deltas.

Y eso no es bueno, no puede ser bueno.

Y la veo, veo a Willow junto a un delta que le dobla el tamaño, tan cerca que es imposible que no se conozcan.

—Voy a entrar —le digo en un susurro a Slate y veo el terror en sus ojos.

—Ni de broma.

—Ella me dio el cuchillo —le digo señalando escasamente a la gamma que habla con el delta —está con ellos y me ayudó.

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