3: Niñato

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Jess.

—¿Ósea que justo el tío al que le vas a dar clases de inglés es con el que te liaste ayer? —dijo Leire flipando mientras recogía sus libros para luego meterlos en su bolso de Bimba Y Lola.

—Aja —asentí—, es un niñato sin educación.

—¿Cuántos años tiene?

—Diecisiete —hice una mueca.

—Joder Jessica, cada día te van más los jovencitos —rió.

—¡Es que no parece de diecisiete!

—¿De que hablan? —apareció Mateo por el pasillo de la universidad dejando huella como siempre. Pasillo que pasaba, embarazadas que dejaba con la mirada.

—Nada, de que a Jess le gustan los de diecisiete —dijo Leire.

—¡Joder! —se empezó a reír Mateo.

—Cállate, tú también te habrás enrollado con alguna más pequeña que tú. —me defendí mirando a mi amigo.

—Ya, pero yo soy yo y tú eres tú —me sonrió.

—Pero eso no es lo peor de todo, lo peor es que es su nuevo alumno —Leire guiñó un ojo exageradamente.

—Más cárcel aún—bromeó Mateo.

—Yo no me río, no sabes lo que me dijo ayer.

—Sorpréndeme.

—Que no se acordaba de que tenía su primera clase, y se pensaba que iba solo para acostarme con él. Ojalá pudiese renunciar a dar clases particulares y no volver a verle ya.

—Hazlo —dijo Leire.

—No puedo, necesito el dinero para irme de viaje a Londres otra vez —bufé—, y la única forma de conseguirlo es haciendo algo fácil.

—Pues puedes aprovechar en follartelo —rió Leire.

—No —me puse seria—. Con él no voy a ser ni su amiga, te lo digo.

—Eh, déjale con las ganas —intervino Mateo—. Créeme, eso nos molesta que flipas a los tíos. Bueno, yo me voy, que me salto la última clase.

—Qué cabrón —se quejó Leire—. Pero es una buena idea...

—No sé qué es peor, o tus ideas o las suyas —rodé los ojos.

Me pasé la última clase mirando a la nada y pensando también en nada. Los jueves me mataban, en mi opinión era el peor día de la semana.

En cuanto oí el timbre, recogí mis cosas y salí de clase. Mi móvil empezó a vibrar dentro de mi bolsillo.

—¿Hola? —contesté.

—¡Hola Jessica! —me saludó alegremente—. ¿Qué tal te fue ayer con Pablo? Espero que no te moleste mucho.

—Hola Aurora, pues no fue tan mal —mentí—, me fue bien, me fue bien.

—Menos mal —suspiró—, gracias por esto enserio, Pablo necesita las clases ya que ahora es internacional y no sabía a quién decírselo pero pensé en ti.

Aurora era la hermana de Gavi. Ella y yo nos conocimos en un viaje que hice con el instituto. Casualmente su instituto y el mío se fueron las mismas fechas de viaje a Roma y fuimos a todas las actividades con ellos. El viaje duró dos semanas y bueno, Aurora fue una de las chicas que conocí allí y nos hicimos amigas. Mantuvimos el contacto por mensajes y hace poco me dijo si podía darle clases de inglés a su hermano.

Claro, yo no me iba a esperar que su hermano fuese un chico futbolista, mujeriego, imbécil y totalmente atractivo.

—No hay de que tía —reí—, además me viene bien eso de ganarme algo de dinero.

Debilidad | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora