6: Imán de balones

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Jess.

Pocas veces en mi rutina, me suelo despertar después de las once aunque sea finde semana. Pero ese finde me di el capricho de levantarme un poco más tarde de lo normal por la noche movidita que había tenido el viernes.

Lo bueno de los domingos por la mañana era que no había nadie en casa y podías despertarte con total silencio. Mi padre siempre se iba a jugar al pádel con sus amigos y no volvía hasta la hora de comer. Y mi madre trabajaba en la peluquería toda la mañana así que tenía la casa para mi sola.

Me había despertado con mi gata al lado mío, era una cama de matrimonio así que cabíamos de sobra. Empezó a maullar.

—Ya voy a darte desayuno Nala, ya voy —acaricié la cabeza de la felina y sonreí.

Me levanté de la cama y fui directa al baño para hacerme mejor el moño y lavarme la cara. Luego bajé las escaleras para ir a la cocina. Le puse comida en el tarro a mi mascota y yo después me hice un café para empezar el día. Tenía que hacer algunos trabajos para la universidad así que la mitad de la mañana me la pasé trabajando y después me duché.

Al salir de la ducha me llegó un mensaje. Era de mi mejor amiga.

Leire

Quedamos para comer? Necesito hablar.

Me extrañé al leer ese mensaje, si no me llamaba para decírmelo, seguramente era algo importante. Le contesté con un "Si" y quedamos en el restaurante de siempre a las 14:00.

Me vestí con un jersey azul apretado y con escote. También me puse unos vaqueros anchos y un chaleco negro.

Me maquillé un poco como siempre y salí de mi casa para subirme al coche y empezar a conducir por las calles de Barcelona en dirección a mi destino.

—¡Jessica! —escuché la voz de mi mejor amiga llamándome cuando ya había llegado—. ¡Estoy aquí!

La vi sentada en una de las mesas de la terraza del restaurante con una Radler en la mesa.

—¿No me esperas? —sonreí.

—Te acababa de pedir una —sonrió ella también quitando su bolso para que yo me pudiera sentar en la otra silla.

Coloqué mi chaqueta en la silla y seguido de esto me senté en ella. A los segundos apareció un camarero trayéndome mi bebida.

—¿Qué me querías contar? —le pregunté a Leire, quien estaba mirando a la nada.

—Ah —hizo como si se acordara—. No estoy muy segura pero...

—Suéltalo.

—Marcos y yo hemos vuelto a pelear —hizo una mueca—. Y esta no ha sido como las otras.

—¿Qué ha pasado?

—Pues, creo que es lo mismo de siempre pero esta vez se ha enfadado de verdad...

Suspiré.
Marcos y Leire parecían la típica pareja de película, todo les iba perfectamente y ambos eran increíblemente guapos, simpáticos y alegres pero como he dicho, "parecían". Puede que el primer año si que eran esos novios de película pero a partir del segundo empezaron las discusiones. Leire es bastante celosa, por no decir muy celosa pero ella no piensa en lo que a su novio también le puede molestar. En fin el tema de sus peleas eran los celos.

—Marcos ha vuelto a hablar con la chica esa que le está ayudando en la universidad y yo me he enfadado por que no me lo había dicho, entonces Marcos me ha empezado a reprochar que yo hacía lo mismo, e incluso peor, luego me he ido de casa dando un portazo y te he escrito.

Debilidad | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora