20: ¿Acaso notas algo especial?

45.3K 1.5K 336
                                    

Jess.

Me obligaba a dejar de mirarle pero no podía. Una vez salió Pablo a jugar, todo en mí se erizó. Joder, se veía tan bien corriendo y pasando el balón...

Ya íbamos 0-4 y algunos aficionados del Madrid se estaban yendo antes de que el partido acabase. Miré a Fer al lado mía, se le notaba feliz, muy feliz. Le acaricié la mano y él me miró sonriente, entonces me agarró la mano.

Todo lo que quedaba de partido, lo seguíamos con las manos unidas. Una vez se acabó el partido me levanté celebrándolo con Sira, quien me abrazó eufórica.

—¡Vamos a celebrarlo! —gritó ella mirándonos a los tres.

—Claro que si —Leire se levantó y me pasó un brazo por mis hombros—.¿Pero no nos tendríamos que cambiar para ir de fiesta?

—Si, en el hotel —dijo Fer—. Pero yo voy a ir a ver a mi hermano y a estos a darles la enhorabuena antes de que se metan en los vestuarios a celebrarlo.

Y eso hicimos, nada más ver a los jugadores, Sira se tiró a los brazos de Ferran y los hermanos canarios se abrazaron.

—Tía, que vergüenza que no conozco a nadie —me susurró Leire riéndose.

—Ni que yo fuese amiga suya —reí yo también—. Tú solo saluda y di, enhorabuena, no sé.

—¿Dónde está? —preguntó Pedri a su hermano mirando a todos lados.

—Cálmate Pedri, luego te lo digo —le dijo Fer.

Entonces Pedri me visualizó y sonrió.

—¡Hombre, Jess! —me abrazó.

—Enhorabuena Pedri —le devolví el abrazo aunque estuviera todo sudado—. Habéis jugado genial. Mira, ella es Leire, una amiga mía.

Pedri nos miró a ambas algo extrañado no sé porque, luego se acercó a saludar a Leire amablemente con dos besos.

—¿Ya conoces a los demás?

—Que va, me los iba a presentar Jessica ahora —respondió mi mejor amiga ante la pregunta de Pedri.

—Pues ven, que te los presento yo —Pedri me guiñó un ojo y yo me hice la tonta diciéndole que si.

De un momento a otro, sentí como alguien me daba un pequeño golpe en la cabeza que me hizo girarme rápidamente encontrándome con el sevillano burlándose de mi.

—¿Que no iba a jugar eh?

—Si llamas a eso jugar... —rodé los ojos—. No has marcado gol y solo has jugado diez minutos.

—Me lo dice la que lleva jugando a fútbol desde que nació ¿no? —bromeó.

—¿Dónde está tu camiseta? —señalé a su torso, solo llevaba la de manga larga interior.

—Se la he dado a una fan —se alzó de hombros—, siempre lo hago.

—Al menos haces algo bien en tu vida.

—No, hago dos cosas bien.

—¿El qué?

—Tú lo sabes perfectamente —sonrió burlón y entonces entendí la referencia.

—No se te da tan bien eso eh, no te ilusiones —le pegué en el hombro.

—Si, pues tu a veces no parece que debas lo mismo. Tus gritos demuestran todo lo contrario —me devolvió el golpe.

Antes de que esto pudiese llegar a más, Leire intervino nuestra conversación.

—Tía, he visto a un chico negro que estaba buenísimo —me dijo dándome palmaditas en el hombro y yo me eché a reír a no poder más, Gavi nos estaba escuchando atentamente también riéndose.

Debilidad | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora