7: Sin futuro

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Pablo.

—¡Ostia tío que golazo! ¿Lo has visto? —me preguntó mi amigo Álvaro.

Asentí riéndome, había sido un golazo con todas las letras. Estábamos en nuestro tiempo libre de después de la comida y lo aprovechamos haciendo un pequeño partido con algunos de las categorías inferiores del barça. Los técnicos y entrenadores dicen que eso es bueno, así se familiarizan con los mayores.

Un niño feliz se acercó a nosotros después de haber marcado gol y yo le di el puño sonriendo.

—Va, ¿jugamos otro? —nos preguntó un chico de 13.

—Mejor juguemos a otra cosa —sugirió Nico, que también estaba allí con nosotros.

—¿A qué? —otro niño sonriente se nos acercó con la pelota en la mano.

—¡Crossbar challenge! —gritó Álvaro.

—Me parece bien —dije.

—¿Qué es eso?

—Tienes que —le cogí la pelota al niño rubio—, intentar darle al larguero desde fuera del área y si le das repites.

Los niños aceptaron alegremente y el primero en tirar fue uno de ellos. No le dio, ni siquiera elevo mucho la pelota así que luego fue otro y tampoco le dio por poco. Ahora sería el turno de Nico.

—¡Hermano, vamos! —le animé burlándome de él y sacudiéndole los hombros.

—¡Déjame imbécil que me desconcentras!

Nico tiró y por poco se pasa pero al final se oyó el sonido del golpe de metal así que tuvo que repetir. Tiró de nuevo pero esta se pasó de largo.

—Vas tú a recogerla —me dijo Nico.

—Si, una mierda —me quejé.

—Son así las normas. Al que le toca tirar la recoge.

Finalmente fui corriendo hasta el balón y volví. La puse en el sitio desde donde se tiraba y me eché un poco para atrás.

—¡Gavi! ¡Gavi! —empezó a animarme uno de los niños.

Chuté el balón elevándolo de la mejor manera que pude y le di al larguero, sonreí celebrándolo.

—¡Te toca repetir! —me informó otro niño.

Cogí la pelota e hice el mismo procedimiento pero ahora le di tan fuerte que se fue de largo por encima de la portería hasta los jardines, justo al lado de la entrada. Todos seguimos el recorrido que hacia la pelota y abrí la boca de la sorpresa al ver que le había caído a alguien. A alguien que conocía. A Jessica. No me enteré ni de que Álvaro se había ido corriendo a disculparse aunque no había sido él pero yo de ver la cara que tenía Jessica, solo me podía reír. Y eso hice, me empecé a reír mientras ella fruncía el ceño enfadada mirando a Álvaro.

Nico me miró algo extrañado mientras que algunos niños también se reían conmigo. Jessica estaba lejos pero se le podía ver perfectamente enfadada. Volví a la realidad dejando de reírme un poco cuando posó sus ojos en mi y se acercó a grandes zancadas. Estaba reteniendo la risa pero no podía, se me escapaba la sonrisilla.

—¿Tú eres tonto no? ¿Ni un perdón pides? —me miró con el ceño fruncido cuando ya estaba a menos de un metro de mí.

—No sabía que habías venido —dije aún reteniendo la risa.

—¡Pues si, he venido! Y me he llevado un golpe que casi me deja sin costillas.

—No seas tan exagerada, no iba tan fuerte —ironicé, estaba claro que si que había ido fuerte.

Debilidad | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora