10: ¿Ah si?

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Jess.

—¿Te vas? —le pregunté a Sira que se estaba levantando rápidamente de su asiento cuando ya había acabado el partido.

Para ser la primera vez que yo veía un partido de fútbol en persona, había estado bien. El barça había ganado 4-0 contra el Osasuna.

—Si, mi novio me ha llamado, se van a celebrarlo a casa de Pedri —me dijo la morena.

Asentí pensando en cómo iba a salir yo de aquí ahora. Esto era enorme, y cuando digo enorme, es enorme. Habían demasiado salidas pero no sabía a donde me llevaban y tampoco me acordaba muy bien de cómo llegar a la parada de bus que me había traído.

El novio de Sira era un compañero de Gavi, que también había jugado hoy. Incluso había metido dos goles y se los había dedicado, o eso me había dicho ella porque yo no veía tan bien como para saber que había hecho una "S" con sus manos.

Me levanté yo también dispuesta a encontrar alguna salida sin mucha gente acumulada.

—¿Quieres venirte? —me preguntó de pronto Sira.

Antes de responder estúpidamente pensé, no conocía a nadie allí. Y con Sira, bueno si, era maja pero tampoco habíamos hablado tanto en todo el partido y eso era por que ella si que disfrutaba mucho viendo el fútbol, estaba concentrada viendo todos los pases y jugadas. Seguramente me iba a morir de vergüenza allí.

—Que va —respondí—, no quiero molestar.

—¡No molestas! —sonrió—. Va vente, además va a estar Gavi, ¿no sois amigos?

No. Pensé.

—Bueno...

—¡Pues no se hable más!, ya estoy harta de ser la única chica del grupo, la verdad.

Sonreí tímidamente, ahora estaba un poco nerviosa. ¿Cómo iban a reaccionar los otros? Bueno, yo por si acaso me iba a mantener sobria y sin decir ninguna estupidez.

Seguí a Sira bajando las escaleras, la mayoría de la gente ya había salido, había pasado como media hora desde que acabó el partido. Ella se conocía esto como la palma de su mano, según me había dicho ella, la gran parte de su infancia la había pasado aquí.

Llegamos a una zona donde solo podían estar los que trabajaban en el barça o los que tenían algún tipo de privilegio. De repente Sira fue corriendo hacia su novio, quien había aparecido con otro chico. El otro chico era el borracho que recogí el otro día de la calle con Pablo. Ambos estaban recién duchados y con ropa de calle.

—¡Enhorabuena! —exclamó ella y seguidamente le dio un beso en los labios a Ferran.

El otro chico se puso con su móvil así que yo hice lo mismo, no iba a ser la tonta que se quedaba mirando.

—¡VAMOOOS! ¡Y ahora fiesta! —exclamó alguien que venía dando palmadas.

Alguien del cual me sonaba la voz. Pablo Gavi acababa de aparecer entre esos pasillos.

—¡Baja la voz hostia! —le dijo Pedri a Gavi—. Seguimos en el Camp Nou.

—¿Qué pasa con eso? —preguntó Sira.

—Pues que si se enteran de que nos vamos de fiesta a mi casa después de un partido, nos matan —explicó el chico de acento canario.

—Jessica viene, espero que no os importe —dijo Sira un poco más bajo y todos se giraron a mirarme con pequeñas sonrisas, todos menos Pablo.

—¿Jessica? —preguntó Pablo confundido, no se había enterado ni de que estaba allí.

—Si, Jessica ¿no te suena? —hablé por primera vez en todo lo que llevábamos allí.

Debilidad | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora