26: Simplemente Jess

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Pablo.

Me mordía el labio con desesperación mientras veía en el marcador que los segundos pasaban cada vez más rápido. 1-2 en el minuto 118.

Los del Manchester City no paraban de perder el tiempo impacientándonos. Faltaban a penas 2 minutos para que se acabase la prórroga y que se acabase la final de Champions 2023 e íbamos perdiendo por un gol. Pero no había manera de marcarlo. Yo ya estaba en el banquillo junto con Ferran. Xavi nos había cambiado justo al empezar la prórroga y habían sido veinte minutos de tensión e impaciencia. Veía a mis compañeros centrar balones para rematar pero nadie lo hacía.

Quedaban 20 segundos cuando nos dieron un córner a favor nuestro. Iba a ser la última jugada. Pedri la centró al segundo palo pero remató antes uno del Manchester despejándola. Me tapé la cara con mis manos con desesperación y rabia. No quería ni ver como celebraban la victoria.
El árbitro pitó el final del partido indicando nuestra derrota y la victoria de la Champions League del Manchester City. Mientras escuchaba como el público lo celebraba y los jugadores igual, apoyé mi cabeza en las rodillas tapándome la cara soltando las lágrimas que había querido soltar en toda la prórroga desde que marcó Haaland.

Estuve llorando no sé cuanto tiempo, pero bastante. Me levanté cuando Xavi se acercó a mí para abrazarme y tocarme la cabeza animándome al igual que a los de mi equipo. Los otros técnicos del barça también se pasaron para animarme y decirme "no pasa nada". Pero yo solo quería llorar porque habíamos estado a nada de ganar pero es lo que dicen siempre, el fútbol depende de goles, ya puedes esforzarte al 100% que si no metes goles, no ganas nada.

—Venga va Gavi, no pasa nada —Busquets se me acercó también con la mirada apagada sin sonreír. Él, al ser el capitán, se encargaba de relajarnos.

Cuando los jugadores del Manchester ya habían celebrado su victoria, algunos se acercaron a mí para consolarme pero no me sirvió de nada. Suspiré miles de veces, me limpié las lágrimas con mi camiseta otras cien pero nada me reconfortaba, estaba roto. Nos llamaron para recoger nuestras medallas de plata antes de que el equipo ganador alzara la copa. No pude quedarme allí así que me fui a paso lento hacia el vestuario y una vez allí me senté apoyando la cabeza en la pared. Poco a poco fueron entrando algunos de mis compañeros como Ansu, Pedri, Jordi y más. Pero nadie decía mucho, estábamos todos igual, sin ánimos de nada.

—Venga va, estoy muy orgulloso de vosotros, equipo —Xavi entró al vestuario a abrazarnos a todos los que estábamos allí y los que iban entrando.

Pedri estaba tapándose la cara con la camiseta pero se la quitó para abrazar a Xavi. Yo también me levanté para lo mismo y luego todos aplaudimos dándonos ánimos. Apoyé de nuevo mi cabeza en la pared. Jordi Alba y Piqué se me acercaron para darme ánimos y acariciarme el pelo.

—Gavi, Jess está fuera —miré a Ansu en la puerta cuando me dijo eso.

Respire tranquilo por primera vez en toda la noche. Escuchar esa frase había conseguido tranquilizarme en algún sentido. Me levanté de mi asiento y fui hasta la puerta. Al salir vi a Jessica apoyada en la pared de en frente mirando al suelo. Cuando me escuchó alzó la cabeza y vino hacia mí.

La abracé con fuerza olvidándome de todo y solo estando ahí con ella. Enterré mi cara en su cuello respirando a un ritmo normal pero cansado. Jess me abrazaba por la espalda apoyando su cabeza en mi pecho. Ninguno de los dos decía nada pero se agradecía, no necesitaba más en ese momento, solo sentir su apoyo ahí conmigo.

—Amor... —se intentó separar para mirarme pero se lo impedí apretándola más a mi.

—No dejes de abrazarme —murmuré.

Debilidad | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora