16: Eso dicen...

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Jess.

—Todavía no me creo que te vayas a tatuar —Leire se descojonó de mí mojando su pelo en el agua tibia.

—Oye, que tampoco es ninguna barbaridad —me quejé.

—Lo sé, pero me parece muy fuerte que te tatúes algo tu sola y no conmigo —frunció el ceño.

—Tú tienes la espalda llena de tatuajes cállate, ya tienes bastantes.

—¿Qué te vas a tatuar? —intervino Sira.

Las tres estábamos en la piscina de nuestro hotel. No sabía cuánto llevábamos ahí pero más de una hora seguro por que mis dedos ya estaban arrugados. Leire estaba dentro de la piscina con Sira, yo en cambio me acababa de salir y estaba sentada en el borde con las piernas sumergidas.

—Una flor en la muñeca. No me preguntes por qué pero me gusta.

—Me encanta la idea —dijo Sira—. Yo también me quiero hacer alguno pero nunca se el que, y cuando lo sé, no se en que parte hacérmelo.

—Yo quiero uno que ponga "Kiss here" en mi culo —bromeó Leire haciéndonos reír a las dos.

—Estás loquísima —le dije.

—Lo peor de todo es que le veo capaz de hacérselo eh —dijo Sira y yo asentí sonriéndole.

—Hombre claro, cualquier día aparezco por ahí con todo el culo tatuado. No lo dudes. —volvió a hablar Leire—. No pero ahora enserio, te puedo pasar el número de un tatuador que conozco en Barcelona.

—Vale pero me lo haré más adelante, de aquí un mes o así.

—Perfecto.

Las tres reímos de nuevo recordando lo de antes y hablamos de otras cosas mientras tanto.

—¿Sabéis que hora es? —preguntó Sira.

—Voy a mirarlo espera —alargué mi cuerpo para alcanzar mi bolso y mirar la hora que era en mi móvil—. Son casi las dos.

—¿Hemos estado ya dos horas aquí?

—Eso parece —dije.

Decidimos que ya era hora de irnos por que teníamos que comer ya que si pasaban de las tres, el hotel ya no ofrecía comida así que las tres salimos de la piscina. Ellas se pasaron una toalla por su cuerpo y yo me colgué mi bolso del hombro poniéndome mi vestido de nuevo encima.

—Oye —intervino Sira llamando la atención de nosotras dos cuando ya estábamos entrando a la recepción—. ¿Queréis veniros a comer al otro edificio?

—¿Cómo que al otro edificio? —pregunté.

—Al que están los jugadores. A parte de ser un hotel también tiene restaurante a un lado, no sé, lo digo por cambiar pero si no queréis no pasa nada, nos quedamos aquí.

—No sé... —Leire vaciló y se giró a mirarme dubitativa—, ¿tú quieres?

Las dos me miraban esperando mi respuesta. Estaba claro que me lo preguntaba porque igual nos cruzábamos con algún jugador, ejem, Pablo. Pero yo sabía que ellas sí que querían cruzarse a algún jugador, Leire estaba coladísima por Ansu y Sira quería ir para ver a Ferran así que no podía dejar que no fuesen solo porque yo solo con cruzar miradas con mi exnovio ya me ponía nerviosa y puede que un poco cachonda.

—Vale vamos —acepté.

—¿Segura?

—Que si, me da igual —sonreí para tranquilizarles—. Pero antes pasamos a ducharnos ¿no?

Debilidad | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora