Epílogo: Debilidad

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Pablo.

Bajé del taxi con ganas de nada. Habían fans haciéndome fotos y vídeos mientras entraba a La Masia  así que me paré con algunos de ellos para firmarles camisetas y hacerme fotos.
Luego entré a la residencia, eran las doce y media del mediodía y ya habíamos llegado a Barcelona. Cada uno se fue a su casa como hacíamos siempre. Al entrar a La Masia me encontré con algunos amigos míos que saludé y luego subí a mi habitación. Me quité los zapatos y me tiré en mi cama.

En el trayecto de San Sebastián a Barcelona, no había parado de pensar en Jessica mientras intentaba dormirme. Pero no podía por que la cabeza me torturaba, necesitaba verla y oír su voz. No sabía si debería llamarle ya o esperar hasta esta noche. Deseaba con todas las ansias que me perdonara y volver a estar bien con ella, por que no sabía si seguía enfadada o algo por el estilo y por eso estaba cagado.

Decidí esperarme un poco hasta al menos después de la hora de comer, quizá ahora estaba en clase y yo no lo sabía. Así que encendí mi ordenador y me puse a ver la primera serie de Netflix que pillé.

•••

Bajé las escaleras mientras escuchaba a algunos hablar de cualquier cosa. Casi me mato bajando por que le estaba enviando un mensaje a mi hermana.

—No vamos a hacer un tiktok Ilias —rió una voz que yo conocía y había echado de menos.

Levanté mi vista de golpe al escucharla, la vi en el salón de La Masia riendo con Ilias.

—Va porfa Jessica, es el de la canción brasileña esa.

—Que no, no sé bailar TikToks—Jessica se empezó a reír.

—Jess —dije acercándome a ellos, los dos voltearon la cabeza para mirarme.

—Hola Pablo —sonrió ella acercándose a mi.

—¿Cómo tú por aquí? —sonreí bromeando.

—Ha venido a hacer un tiktok conmigo —Ilias intervino en nuestra conversación pasando su brazo por mis hombros.

—Tú flipas chaval —Jessica le pegó en el hombro y rodó los ojos—. ¿Vamos arriba? —me miró a mi y yo asentí con una sonrisa de lado.

—No hagáis mucho ruido por el bien de la comunidad por favor —los dos reímos al escuchar el comentario de Ilias detrás nuestra.

Estaba demasiado feliz por que parecía que no seguía enfadada conmigo.

Una vez llegamos otra vez a mi habitación Jessica cerró la puerta y alcé las cejas cuando puso el pestillo.

—¿Qué me vas a hacer, que pones el pestillo? —bromeé a centímetros de ella.

—Ya verás —sonrió burlona.

Ella se abalanzó a mi juntando nuestros labios en un beso salvaje y desesperado. Ambos lo necesitábamos y lo sabíamos. Le seguí el beso acorralándola en la pared más cercana que tenía. Nuestras lenguas se acariciaban una a la otra. Bajé mis manos a su culo para apretarlo con fuerza por encima de sus pantalones ajustados. Después de más sonidos de besos al separarse nuestros labios y volverse a juntar, ella me fue empujando lentamente hasta que consiguió sentarme en la cama y Jessica encima de mí a horcajadas.

—Parece que tenías ganas de verme —dije separándome.

—No sabes cuántas —sonrió y volvió a besarme con el mismo ímpetu.

Mis manos apretaban y masajeaban su trasero mientras ella iba rozándose contra mi erección ya notable, lo hacía para provocarme.

Me quitó la camiseta casi sin dejar de besarme y comenzó a tocarme el pecho desesperadamente. Luego ella se levantó para quitarse la camiseta justo delante de mí haciendo que su pelo se moviese, se quitó su sujetador y me dejó con las mejores vistas que uno puede desear. Seguido de eso también se quitó sus pantalones quedándose en un tanga negro y volvió a sentarse sobre mi. Me quitó los pantalones a mí también y comenzó a moverse encima mía rozando nuestras intimidades.

Debilidad | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora