Capítulo 20

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RUBY BLANCHET

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RUBY BLANCHET

Habían pasado tres horas desde que había entrado a la oficina de mi padre y había calculado que aún me faltaban unas dos horas para terminar con toda esta locura.

Si mi padre no me lo hubiera pedido de forma urgente jamás hubiera aceptado a hacer esto. No me gustaba la política, no aguantaba nada que tuviera que ver con esta. Era un trabajo estresante que se requería que estuvieras en cien sitios a la vez.

No era lo mío y nunca lo será.

Mi padre me había enseñado como hacer todo esto desde pequeña, con la esperanza de que iba a cambiar mi opinión y porque no podía confiar en nadie más con estas cosas.

De pequeña le había prestado mucha atención y había aprendido rápido, luego lo había ayudado siempre que era urgente y confidencial, y obviamente cuando Ben no podía hacerlo ya que estaba junto a mi padre. Angelica no tenia el nivel necesario para ello, además de que mi padre confiaba en pocos con estas cosas. Si Ben no hubiera sido un familiar lejano al que conoció desde que él había sido un crio, mi padre no lo hubiera aceptado jamás.

Estaba agotada y no creía que fuera aguantar otras dos horas.

Cassian, el que se había pasado las tres horas en un sofá mirando al teléfono móvil, se levantó de repente y salió de la oficina sin decir nada.

Me sorprendió cuando hizo aquello, ¿irse? ¿dejarme sola? No era algo que él haría.

Es decir, en su contrato ponía que no podía dejarme sola. Eso era todo el punto de tener un guardaespaldas.

Estaba a salvo aquí adentro, pero igualmente me molestó cuando se fue sin decir nada, ¿a dónde había ido?

Decidí centrarme en los papeles que tenía en el escritorio, no me podía permitir ni un segundo de distracción, debía terminar esto hoy.

A los diez minutos la puerta de la oficina se volvió a abrir y supe que era él sin levantar la mirada, no me apetecía verlo, ni siquiera sabiendo que tenía preguntas de lo que había sucedido. La última vez que le pregunté sobre su vida privada acabamos en una posición muy extraña.

Me sorprendió cuando un café apareció bajo mis ojos.

Me quedé mirando el recipiente sin parpadear, mientras escuchaba como de fondo él volvía a sentarse en el sofá.

Ahora sí levanté la mirada para observarlo.

—¿Qué es esto? — pregunté.

—Un café — dijo obvio, sin levantar su mirada del teléfono.

Rodé los ojos.

—Ya sé que es un café, quiero saber qué hace aquí.

—Lo he traído para que lo tome.

El protector [+18] ©  - Nueva VersiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora