Capítulo 3

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CASSIAN MADDOX

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CASSIAN MADDOX

La casa de los Blanchet era un enorme palacio. Nunca antes había visto algo así. Sabía que el Primer Ministro tenía su dinero, pero no pensaba que pudiera llegar a tal nivel.

No estaba celoso de ello, pero si me impresionaba, pues venía de una familia pobre y me había pasado la mayor parte de mi vida compartiendo habitación en una casa tan pequeña como mi habitación actual.

Esperaba que me dieran la habitación más pequeña de la casa ya que era un trabajador en esta casa, pero no fue así, me dieron una de las grandes. No sabía exactamente cómo eran las demás habitaciones, imaginaba que la del señor Blanchet y de su hija eran grandes, dignas de unos reyes, pero la de el mayordomo no esperaba que fuera igual o a lo mejor lo era, no lo sabría con exactitud.

Debía de admitir que no me gustaban las habitaciones grandes, me bastaba con una habitación para mi a solas, pero no me podía quejar de esto, hay cosas más graves en el mundo. Como tener un acosador detrás tuya.

Me fijé en la habitación una vez más, tenía colores pálidos, justo como me gustaba a mi. Disponía de un baño para mi solo y de un enorme armario para guardar la poca ropa que había traído conmigo. Comencé a desempaquetar y coloqué toda mi ropa en el armario, tenía alrededor de cuatro trajes negros o azules y poca ropa informal. No necesitaba más, además, presentía que no iba a pasar mucho tiempo por aquí.

Al terminar de hacer mis cosas salí de mi habitación, el Primer Ministro me había dicho que cuando terminase de instalarme en mi habitación me pasase por su despacho para seguir hablando. Pues nuestra conversación de la mañana fue muy corta debido a que su hija perdió sus papeles y salió corriendo de su despacho. Su padre decidió llevarme hasta mi cuarto para luego ir al de su hija y tener una conversación a solas. Eso había sido hace una hora.

Sinceramente, no me gustó la forma en la que su hija había actuado, había problemas más graves que tener un guardaespaldas contigo. Se notaba que era un poco mimada.

Toqué la puerta del despacho del Primer Ministro.

—¡Pasen!

Entré a su despacho con mi expresión neutral. Blanchet se encontraba mirando por su ventana, la que daba a su jardín. Recordaba que ese jardín era para su mujer, como toda esta mansión. Había sido un gesto romántico para su amada.

El Primer Ministro se dio la vuelta.

—Siento lo de antes — me dijo mostrándome una pequeña sonrisa —. Mi hija siempre ha odiado la supervigilancia, la verdad es que le da un poco de pánico tener a alguien encima de ella las veinticuatro horas, ella siempre ha sido independiente, desde pequeñita. De hecho cuando me pidió mudarse de casa para vivir en el centro ella sola yo mismo entré en pánico. Tenía miedo de separarme de ella — Blanchet se tomó el puente de la nariz —. Lo siento, no tenía que haberte contado todo esto, no es algo que te interese.

El protector [+18] ©  - Nueva VersiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora