Capítulo 2

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RUBY BLANCHET

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RUBY BLANCHET

Estaba mirando por la ventana cuando amaneció al día siguiente. No había dormido en toda la noche, de por si llevaba mucho sin dormir, desde que recibí aquellos mensajes. De pronto no me encontraba muy segura en ningún lado, tenía miedo de cerrar los ojos por si alguien volvía a entrar a mi habitación.

Había tomado medidas después de lo ocurrido, aunque sabía que la casa familiar estaba mucho más protegida que el piso en el que vivía, había desarrollado un pequeño trauma y no podía pasar las noches sin que mis ventanas y puerta estuvieran bien cerradas. A pesar de que había tomado todas las medidas necesarias y de que la casa estaba rodeada de alrededor cien escoltas, me había sido imposible pegar ojo.

Sabía que me llevaría un tiempo volver a la "normalidad", hasta que esa persona no acabara detenida no iba a estar del todo tranquila.

No solía asustarme con facilidad, pero tener un acosador que se había colado en tu casa en tus momentos más vulnerables como que asustaba a cualquier persona. De tan solo volver a pensar en aquellas fotos y en que estuvo a centímetros de mí mientras dormía me hacía querer vomitar.

Mi corazón empezó a acelerarse de nuevo por segunda vez en la mañana y mis manos comenzaron a sudar, pero decidí no caer en el ataque de pánico que estaba a punto de darme.Inhalé y exhalé varias veces hasta que conseguí calmarme un poco.

Entré al baño y lo cerré con pestillo para luego asegurarme de que la ventana estaba bien cerrada, di un vistazo por todo el lugar y me metí a la ducha.

Nunca había pensado que algo tan fácil como ducharse me iba a dar miedo.

Antes solía hacerlo sin pensar, dándole la espalda al lugar y mirando a la pared, aunque la mayor parte del tiempo cerraba los ojos. Ahora mi postura había cambiado por completo, mis ojos estaban puestos en todo el lugar en todo momento, preparándome para cualquier sorpresa que pudiera tener. Tan mal estaba la cosa.

Mis duchas ahora duraban diez minutos máximo, no como antes que me tiraba media hora, casi una hora ya que era mi lugar favorito por la paz que me transmitía. Ahora ya no podía sentir esa paz, lo único que podía hacer era estar alerta por si algo raro pasaba.

Salí de la ducha con una toalla alrededor de mi cuerpo y tomé otra para secarme el pelo. Me acerqué al espejo y tomé un vistazo de mi aspecto.

Se notaba el cansancio, las horas que no podía dormir. Mis bolsas negras se habían intensificado, de por sí ya habían nacido con ese oscuro color bajo mis ojos –cosa que atraía la atención de todos para preguntarme si me encontraba bien– el hecho de no poder dormir empeoraba eso, pero no lo iba a esconder.

Me di cuenta de algo nuevo en mi, mi cara estaba perdiendo peso, al igual que mi cuerpo y eso se debía al poco alimento que había tomado en la última semana. Como mucho comía una vez por día, algunas veces olvidaba comer y otras no me apetecía probar bocado. No me gustaba mi aspecto, no me gustaba que los huesos estuvieran a punto de notarse y tampoco me gustaba sentirme débil por la falta de alimento.

El protector [+18] ©  - Nueva VersiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora