RUBY BLANCHET
Cassian no volvió en dos horas. No estuvo presente ni en la comida ni en la cena, mi padre, Bernard y Ben sí estuvieron presentes en las dos comidas. Mi padre me preocupó cuando lo vi comiendo tan poco y cuando insistí en que tenía que comer más él ponía cualquier excusa del trabajo para no tener que comer más. Se levantaba y se iba a su despacho, minutos después Ben se iba detrás de él.
Eran las diez de la noche con su secretario se fue a casa y cuando yo decidí irme a dormir. Veía que no iba a pillar a mi guardaespaldas para poder hablar con él, por lo cual me dirigí a la cama.
Pasaron cuatro horas y yo no podía conciliar el sueño. Tomé mi móvil. Tenía su número, me lo había dado el primer día en caso de necesitar salir afuera cuando él no estaba en casa.
No lo iba a llamar, eran casi las tres de la mañana, no iba a llamar a mi guardaespaldas para preguntarle por una estúpida norma.
Suspiré y decidí ir a la cocina para tomar un vaso de leche.
Mientras mi taza se calentaba, las memorias de aquella noche con nosotros dos en la cocina vinieron a mí.
Esa había sido nuestra primera conversación larga, habíamos avanzado mucho desde aquella noche.
Terminé mi leche, pero no me vino el sueño. Pensé en salir al jardín y ver las estrellas, vi a dos escoltas paseando, sabía que no me iba a pasar nada, pero un ruido me interrumpió.
Enseguida noté que venía del gimnasio.
Debía de ser mi padre, era el que más lo frecuentaba de todos los de la casa.
Me dirigí a este dispuesta a decirle que era hora de dormir, no de hacer ejercicio. Necesitaba descansar, estaba segura de que no había dormido mucho estos días.
Abrí la puerta y me detuve en seco cuando me di cuenta de quién era él que entrenaba en el gimnasio.
No era mi padre, era mi guardaespaldas y yo no podía quitarle la mirada de encima por mucho que me esforzara.
Llevaba unos pantalones grises de algodón y arriba no llevaba nada. Podía ver sus músculos a la perfección y podía decir, con toda certeza, que no había visto tales músculos en mi vida.
Sabía que estaba en forma, se podía notar debajo de esos trajes, pero no me había imaginado que tuviera tal cuerpo.
Esto estaba muy mal por mi parte, tenía que dejar de mirarlo de inmediato, pero con cada golpe que le proporcionaba al saco de boxeo un nuevo músculo me atraía la atención. Yo no actuaba de esta forma frente a una persona.
Sacudí la cabeza e hice el amago de marcharme de la sala, pero justo en ese momento lo escuché hablar.
—Tome una foto, dura más —. Se dio la vuelta y mi mirada pasó a sus abdominales, no podía creerme lo que estaba presenciado.
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El protector [+18] © - Nueva Versión
DragosteRuby Blanchet es la hija del primer ministro de Francia. Su vida cambia cuando empieza a recibir cartas anónimas de un admirador secreto, el cual acaba por convertirse en un acosador cuando entra en su casa y le hace fotos mientras duerme. Ella est...