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WANDA

Cuando fui a ver a mis hijos estaban ambos completamente dormidos. Le di un beso en la frente a cada uno, no pude evitar pensar en que en algún momento debería decirles que su papá no iba a volver... Pero no estaba lista. Quería encontrar el momento, cuando ellos preguntaran por él.

Pasé por el de Yelena, estaba dormida abrazada a una frazada y la almohada.

Al volver a mi cuarto, me encontré con Nat en el respaldo de la cama apoyada y Emma recostada sobre su pecho igual que sus hermanos, completamente dormida.

Nat iba a levantarse con cuidado para no despertarla, pero quería que se quedara.

- Podés quedarte -le dije.

- Segura?

- Sí, quiero que te quedes, a parte, Emma tiene el sueño ligero, se va a despertar ni bien sienta que te fuiste.

Asintió y se acomodó acostándose bien. Se posicionó de costado, sin soltar a Emma, yo me acosté al lado de ellas, dejando a mi hija entre ambas. Hubo un instante en el que cruzamos miradas con Nat y nos detuvimos ahí, observándonos.

- Gracias por quedarte a nuestro lado -susurré. Apoyé una mano sobre mi hija, acariciándole el hombro, Nat puso su mano sobre la mía.

- Es lo mínimo que puedo hacer por ustedes, estos nenes son mi debilidad, de no haber sido por ustedes quizás ni siquiera siguiese en los Vengadores.

Sonreí.

- Si no fuese por vos, Emma no podría manejar la pérdida de su papá. Y yo no sería capaz de llevar sola esta familia...

- Vos serías capaz de cosas más pesadas incluso, Wan, yo sólo estoy acá porque sé que les hace bien y ustedes me hacen bien a mí. También me siento segura sabiendo que Yelena está bien. De todas formas, vamos a pelear lo que sea necesario para recuperar a las personas desaparecidas, sus familias necesitan nuestra ayuda.

- Sobre lo de recuperar a las personas... Quiero concentrarme en que mis hijos estén bien, al menos unos días de paz, de pensar, de procesar... No quiero arriesgarme a que pierdan a su madre también.

- Entiendo, no voy a forzarte a participar, esto lo pasamos juntas, sí? No vas a estar sola en ningún momento.

- Vos tampoco.

Me dio un beso en la frente, sin sacar su mano de encima de la mía, apoyó la cabeza en la almohada y cerró los ojos.

Miré a Emma y a Nat cuando ya estaban ambas dormidas, eran las mujeres que habían llegado para salvarme, y yo estaba para cuidar de ellas con mi cuerpo y alma, así como mis dos nenes que dormían en la habitación de al lado.

Me acerqué más a ellas, saqué mi mano de debajo de la de Nat y la posicioné sobre su brazo. Al sentir el tacto sonrió un poco. Formábamos un refugio al rededor de mi hija, y sabía que era mucho más literal con respecto a la protección que lo sería jamás, Emma, Billy y Tommy nunca volverían a tener que pasar por algo así.

A la mañana siguiente Emma se despertó primero, trató de despegarse nuestros brazos de alrededor suyo pero ninguna aflojaba el agarre. Yo me desperté al sentir que alguien me movía la mano, era ella tratando de que la soltara para que pudiera irse.

- A dónde vas? -le pregunté pegándola a mí un poco más.

- A hacer el desayuno a los mellizos -dijo, pero no insistió cuando sonreí y cerré los ojos sin soltarla.

- Seguí durmiendo un poco más, es temprano. 

Nat se despertó al igual que nosotras, y sin sacar la mano que tenía enredada en mi pelo, chequeó la hora.

- SON LAS DOCE! -dijo levantándose rápido.

- LAS DOCE? -repetí haciendo lo mismo.

Corrí al cuarto de los mellizos que estaban ya despiertos, jugaban con unos peluches.

- Buen día, amores, vamos a comer? -dije acercándome a saludarlos.

- Y papá? -preguntó Tommy.

Emma, que había entrado detrás de mí me miró esperando a ver cómo se lo decía.

Me senté en el medio de ambos, Emma se acercó por el lado de Tommy quien le dio la mano.

- Papá no va a volver a casa -comencé, ya las miradas de mis hijos, que aunque tenían tres años demostraron su tristeza, me advirtieron que lo que venía no sería fácil-. En la misión a la que fuimos él tuvo que dar su vida a cambio de la seguridad de ustedes, sus hijos...

No les iba a decir que aquello no funcionó, no por ahora.

Billy me miró sospechando. Estaba viendo en mi mente las imágenes pero las bloqueé inmediatamente.

Nat nos esperaba abajo con Yelena preparando el desayuno-almuerzo.

- Tía Yelena! -dijo Emma corriendo a los brazos de la hermana de Nat.

- Buenos días, princesa -respondió Lena.

- Hey, buscate un apodo original, ese es mío -dijo Nat riendo.

- Podemos ir a pasear por la Base? -preguntó Emma.

Dudé al principio, no quería que saliera del edificio principal, pero ya no había amenaza mayor, la mitad del universo había desaparecido, nadie querría herirnos.

Miré a Natasha asintiendo y luego a Yelena.

- Está bien, pero cuidado si ven a alguien desconocido, no sabemos la intención que pueda tener. Más que nada por la falta de recursos que habrá... -dijo Nat

Mi hija le dio la mano a su tía y salieron.

Nat se acercó a mí con un plato de pizza que había quedado en la heladera.

- Lo calenté recién, no hay muchas cosas que digamos, pero para un desayuno-almuerzo yo creo que está bien... -comentó.

- Gracias -dije sonriéndole.

Nos sentamos mientras los mellizos jugaban cerca nuestro. Ya les había dejado un plato de galletitas a cada uno para tener algo de tiempo para hablar con Nat.

El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora