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WANDA

No quería irme y que mi hija siguiera así de seria, por lo que decidí que cenaría con ella aparte. Nat entendió y supuse que le comentaría qué pasaba a Kate y a Lena.

- Amor, vení que quiero que vayamos a un lugar -dije entrando al cuarto de Emma.

- Dónde?

- Es sorpresa, quiero que cenemos ahí las dos.

Aún seria, se acercó a mí y me siguió hasta el auto.

Frené frente a la playa, no solíamos ir porque preferíamos la pileta, pero me pareció un lindo lugar para estar con mi hija.

- La playa? -preguntó Emma.

- Sí, te gusta?

- Sí... La última vez que vine fue con papá... Cuando vos estabas con los mellizos bebés... Él sabía que yo necesitaba un espacio para mí y me trajo acá...

- Por eso es que te traje, quiero que sientas que este es un lugar seguro.

Saqué la comida que había llevado y nos sentamos en una mantita sobre la arena.

- Qué pasó hoy que estuviste seria?

- Yo creo que vos ya sabés -respondió riendo.

- Creo imaginarme, pero quiero que me lo digas.

- No quiero que se vayan, vos y mamá, a lo de las viudas negras.

- Por?

- Porque tengo miedo que no vuelvan. No puedo soportar eso de nuevo...

Tomé sus manos entre las mías.

- No puedo prometerte que voy a estar siempre, no puedo asegurarte que algún día no me voy a morir, pero lo que sí te juro ahora mismo, es que voy a volver de esa misión, tomada de la mano con Nat y habiendo hecho todo para que ustedes puedan estar bien.

Me miró con los ojos llorosos.

- Me crees? -dije.

- Me queda otra opción? No puedo no confiar en vos, mamá -respondió riendo.

- Bien, porque necesito que pruebes esta ensalada, no sabés lo que es... Es riquísima. Mí mamá la hacía cuando Pietro y yo éramos chiquitos, y nunca pude hacerla en casa porque a los mellizos no les gusta la rúcula...

- Esos nenes... -dijo ella simulando estar estresada.

Reí y le di un beso en la frente.

- Dale, comé que después necesito que le digas a Nat que sí te gustó porque apostó quinientos pesos a que no te iba a gustar.

- Y nosotras no damos el gusto a nadie -completó ella sabiendo mi intención.

- Exactamente, menos a Nat -dije.

La probó y casi cruzo los dedos para que le gustara.

- Me encanta! -dijo, parecía sarcástica-. Está buenísima... Quiero que la hagas más seguido.

- En serio?

Pero ni bien terminé de hablar agarró una servilleta y escupió lo que había agarrado.

- No, ya me di cuenta de por qué no la comíamos... No me gusta eso verde chiquito...

Reí por lo abrupto del cambio.

- Es apio, si querés se lo saco.

- Dale, pero más allá de eso está rica.

- Entonces qué le vas a decir a Nat?

- Que es la mejor ensalada que probé en mi vida y que quiero que sea la comida para mi cumpleaños.

- Muy bien, ya después veo qué poner de excusa para que no tenga que hacer esto para tu cumpleaños, amor, o la puedo hacer sin apio.

- No, no la hagas, por favor.

Reí y asentí.

- Cuando terminemos de comer, nos vamos a la Base y probablemente mañana no nos vean porque nos vamos temprano -dije.

- Está bien, yo voy a hablar con los mellizos si se sienten mal después de que se vayan.

- Puede hacerlo Lena o Kate también, amor, no hace falta que te hagas cargo siempre de ellos.

- Me hice cargo cuando te fuiste a la misión en la que mataron a papá, puedo hacerlo ahora -dijo, no parecía triste, sino segura.

- Está bien, pero siempre nos van a tener a mano para llamarnos, sí? O a los demás de la base.

Asintió y miró al mar.

- La última vez que vine con papá me dijo que nos iba a traer a todos acá un día para que viéramos el atardecer.

- Te prometo que cuando volvamos los voy a traer acá, voy a cumplir lo que dijo papá. 

Cuando terminamos, subimos al auto y fuimos para la Base.

En al viaje Emma se quedó dormida unos minutos antes de que llegáramos. Al estacionar, vi a Nat que nos estaba esperando en la entrada, me preocupé pensando que había pasado algo, pero sonrió al verme salir del auto.

- Emm? -preguntó.

- Se quedó dormida. Ahora la despierto así entra.

- No, dejá que la llevo, al pedo despertarla para que se vaya a la cama.

Abrió la puerta del copiloto y sacó a Emma a upa, subiéndola a su cadera.

- Cómo te gusta tratarla como nena chiquita -dije riendo.

- No voy a aceptar que creció, sigue siendo mi nena -respondió sonriéndome mientras acomodaba a nuestra hija para poder llevarla cómoda hasta su cama.

Al dejarla, le di un beso en la frente y apagamos la luz.

EMMA

Al día siguiente desperté con Nat haciéndome mimos.

- Amor, ya nos vamos con mamá, sí? Querés venir a saludar? -preguntó.

Asentí y me levanté aún adormilada.

Bajamos juntas, Wanda me abrazó cuando me vio.

- Vamos a volver pronto, sí? Y cuando volvamos voy a cumplir mi promesa -dijo.

Luego Nat me abrazó.

- Brujita, cuidate mucho, hoy a la noche los llamamos para ver cómo están.

El resto del día transcurrió como todas las veces que ellas se iba a alguna misión. Los mellizos jugaron con Steve que trataba de distraerlos de preguntar por Wanda y Nat, Lena estaba entrenando y yo estaba en el sillón con Kate.

- A qué hora decís que llaman? -pregunté mirándola.

- Tipo diez? -respondió dudando.

- Puede ser... -dije bajando la mirada.

- Hey, tranquila, van a llamar, está todo bien.

Asentí, ella se acurrucó en mi pecho y nos quedamos dormidas.

Me despertó Lena.

- Ya es hora de cenar -dijo-. Vengan que Steve cocinó.

Nos levantamos aún adormiladas.

Mientras cenábamos, era notorio que yo estaba esperando algo.

- Ya van a llamar -dijo mi tía al darse cuenta.

- Y si les pasó algo? -pregunté.

Pero en ese instante sonó el celular.

- Hola? -atendí.

- Hola, amor, cómo están? -era Wanda.

- Hola, mamá, está todo bien?

- Sí, estamos en un hotel cercano al lugar.

El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora