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WANDA

- Qué vamos a hacer? -dije.

- Con qué exactamente? -inquirió.

Me miraba con dulzura.

- Con la gente desaparecida.

- Creí que no querías encargarte de eso por ahora.

- Es que no lo quería, pero ahora, al ver a mis nenes, a vos, a Yelena... Me imagino qué hubiese hecho si a mis hijos se los llevaba el chasquido también... No hubiese respondido a mis acciones... O peor, hubiese sido demasiado consciente de lo que haría... No quiero que haya gente que deba pasar por esa incertidumbre y ese dolor por mucho tiempo...

- Entiendo... Va a ser difícil, claro, porque no todos están de acuerdo con hacer algo inmediatamente. Tony tiene miedo de que vuelva a suceder el chasquido y que desaparezca Pepper... Porque tendríamos que reunir a las gemas y hacer el mismo procedimiento, pero con Thanos acá en la Tierra no hay muchas posibilidades de que no tengamos que pelear...

- Se lo debemos a esas personas.

- Sí... Sin embargo quiero que consideres todas las opciones que creas posibles y las charlemos entre todos luego, sí?

Hubo un silencio en el que ella me observó tratando de ver más allá.

- Wan, segura que no querés hablar? Entiendo que te duela y no quieras demostrar nada por los nenes... Pero era tu esposo... Tenés derecho a estar triste.

Asentí aguantándome las lágrimas.

- Cuando los nenes no estén presentes -dije.

Extendió su mano y entrelacé mis dedos con los suyos.

- Cuando estés lista -respondió.

Justo en ese momento llegó Emma riendo sobre el hombro de Yelena. Se me vino un flashback a la mente de Visión jugando así con Emma y tuve que contenerme con todas mis fuerzas para no llorar.

- Mamá! Encontramos un montón de piedras! -dijo mi hija cuando la bajó.

Me mostró lo que traía en sus bolsillos. Un montón de piedras diferentes.

- Qué hermosas! -respondí sonriéndole.

- Recorrimos todo el exterior del edificio... -dijo Yelena, agotada-. Y volvimos porque había alguien en la entrada, creo que quiere hablar con ustedes.

Natasha se paró inmediatamente, yo hice lo mismo.

- Lena, quedate con los chicos acá, nosotras vamos a ver quién es y qué quiere -dije.

Del otro lado de la reja inmensa había un señor parado pacientemente esperándonos.

- Hola? -dije desconfiada.

- Hola... Ustedes son parte de los vengadores?

- Qué precisa? -inquirí.

Él metió su mano en el bolsillo, e inmediatamente Natasha se posicionó frente a mí con ademán protector. Pero el hombre sacó de su bolsillo una foto.

- Esta es... Mi hija... -dijo enseñándonos la foto-. Tiene ocho años y desapareció cuando todo se hizo caos...

Nos acercamos de a poco. Ver la foto me destrozó. Era una niña, como Emma, con otros rasgos, muy diferente físicamente, pero no dejaba de ser como mi hija, una niña.

- Quería saber si ustedes podían hacer algo... Ella es muy chiquita para estar donde sea que esté... No se ubica bien... Podrían traerla devuelta?

Nat y yo nos miramos angustiadas.

- Estamos planeando eso justamente -dijo Nat-. Lamentamos mucho lo de su hija, pero todavía debemos organizarnos. Le prometo que ni bien lo podamos vamos a traerle a su hija de vuelta.

- Muchas gracias...

El hombre se fue a paso lento, triste.

Se me salieron un par de lágrimas que traté de contener pero Natasha ya me tenía aferrada en sus brazos tratando de consolarme.

- Era como Emma... -sollocé.

- Lo sé... 

- Si a Emma le hubiese pasado eso... Habría destrozado la otra mitad del universo con tal de salvarla... Pero él no tiene manera de traer a su hija de vuelta... 

- Wan, vamos adentro, sí? Te preparo un té... -dijo.

Me quedé en silencio mirando el suelo, sin despegar mis manos de Natasha.

- Por qué me ayudás tanto? -pregunté seria pero con esa duda latente.

- Creo que hace mucho sabés por qué... -respondió mirándome a los ojos. Luego bajó la mirada.

No tuve que pensarlo demasiado para entenderlo.

- Vamos, dale -dijo mientras me ayudaba a levantarme.

- Quiero que nos quedemos en el pasto, podemos? No quiero entrar todavía.

- Quiero que nos quedemos en el pasto, podemos? No quiero entrar todavía

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- Está bien -respondió.

Me acarició el hombro cuando apoyé mi cabeza en sus piernas, acostándome en el pasto.

- Querés que hablemos? -preguntó.

Me miraba con dulzura, como siempre.

- Lo extraño en cada paso que doy... Tengo miedo de no poder con esto y que mis nenes salgan perjudicados por mi inestabilidad...

- Vas a poder porque estás acompañada, y sos tan capaz, Wan... No creo que haya persona tan valiente como vos... Yelena y yo estamos para lo que necesites.

Me abracé a ella aún estando acostada. La abracé fuerte sin querer soltarla nunca. No me di cuenta cuando me quedé dormida.

Desperté con Natasha haciéndome mimos en la cara, el pelo y los hombros mientras me decía:

- Está oscureciendo, Wan, vamos adentro que va a comenzar a refrescar.

Me ayudó a pararme, aún medio dormida caminé con ella hacia el edificio de la Base.

Al entrar en la casa estaba Yelena con Emma a upa y los mellizos viendo la tele.

- Se durmió después de jugar -dijo Yelena.

Nat tomó a mi hija entre sus brazos con tanta delicadeza. La apoyó contra su pecho y se sentó en el sillón. Hice lo mismo a su lado. Tommy se acercó a mí, se abrazó a mi cuello.

- Hola, amor... Cómo estás? -pregunté acariciándole el pelo.

- Jugamos con Lena -dijo, se acercó a mi oído para decir lo siguiente susurrando-: Me cae bien, es divertida.

- En serio? -respondí también susurrando en broma-. Qué bueno, a mi también me cae bien.

Yelena y Nat, que nos estaban escuchando, rieron por el comentario de mi hijo.

Le hice cosquillas para poder escuchar su risa que tanto me animaba. Sonreí con él y le hice señas a Billy para que se acercara también.

Sin mover a Nat que observaba con una sonrisa a Emma y a nosotros alternativamente, nos acomodamos en el sillón para ver la tele juntos.

Yelena se sentó al lado de Nat, apoyó la cabeza en el hombro de su hermana, me extrañó el gesto, Yelena no solía querer contacto físico con las personas, prefería tener su espacio, debía estar realmente cansada.

El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora