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WANDA

Cuando ya se durmió, llegó Nat. La miré entrando al cuarto con una sonrisa que se fue apagando a medida que veía a Emma un poco colorada de llorar.

- Pesadillas -expliqué.

Ella asintió, se acercó a mí por detrás y me abrazó por la espalda mientras se acostaba.

- Qué fue esta vez? -inquirió.

- La muerte de Visión y luego la mía...

- Oh...

- Sí...

- Es tan joven para vivir eso...

- Lo sé, pero nos tiene a nosotras, hacemos todo lo que podemos.

- Sí -respondió. Apoyó su cabeza en mi hombro-. Amores de mi vida...

Y por primera vez desde que escuchaba la expresión "amor de mi vida", no pensé en Visión.

Y tampoco pensé en lo que eso podía significar en mi relación con Natasha, fuese lo que fuera, me gustaba.

Nos dormimos las tres en la cama chiquita de Emma, pegadas.

Los días transcurrían de esa manera, muy monótonos, no podíamos hacer demasiado. Investigábamos pero no encontrábamos nada que nos ayudara.

Un día, mientras revisaba la información que nos habían dado para seguir buscando la manera de resolverlo todo, mi hija vino corriendo hacia mí.

- MAMÁ! ME MORDIÓ UNA ARAÑA! -gritó Emma.

- Qué?! A ver, mostrame dónde... De qué color era?

- No sé... -dijo, me extendió su brazo-. Creo que era una viuda negra...

- QUÉ? -exclamé.

Pero Emma comenzó a reírse sin poder aguantar, y entendí.

- Ay dios, Emma, casi me matás de un paro cardíaco -dije riendo.

Entonces se escuchó a Nat también riendo desde su escondite.

- Algún día me van a matar en serio ustedes dos con sus bromas... O yo las voy a terminar matando a las dos -dije. 

Nat se acercó y me dio un beso en la frente.

- Perdón, bruja, pero era una broma que teníamos que hacer -dijo.

- Igual, me mordió en serio -comentó Emma mostrándome su brazo, tenía una marca leve de dientes.

- Le estaba haciendo cosquillas y se me ocurrió la broma, para hacerlo más real tenía que dejar una marca, pero no duele -dijo Nat sin dejar de reir.

Esos días, con Nat habíamos estado más juntas que de costumbre. La ausencia de Visión no tenía tanto que ver, al menos no lo creía. Pero en todo momento buscábamos excusas para estar juntas.

Sin embargo ninguna se animaba a dar el paso.

Un día, mientras cocinábamos, ella detuvo su mirada sobre mis ojos más tiempo del que lo haría cualquier otra persona.

- Me pasás una olla? -inquirió.

Con mis poderes se la alcancé.

- Me gustan tus poderes -dijo Nat sonriéndome luego de agarrarla.

- En serio?

- Sí -respondió a la ligera.

- Solía no mostrarlos mucho por miedo a que me consideraran peligrosa...

- Me parecen increíbles. Conmigo no necesitás esconder nada.

- No es lo que todo el mundo piensa...

El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora