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NAT

Subimos en silencio, dejé a Emma con Tony para que fuera un encuentro más íntimo.

Los mellizos estaban con Pepper que nos dijo que Yelena se había ido a cambiar porque le habían tirado jugo encima sin querer.

- Puedo pasar? -pregunté tocando la puerta del cuarto de Yelena.

- Ya va! Ya termino de ponerme la remera.

Unos segundos más tarde, me dijo que podía entrar.

Pasé lentamente.

- Cómo les fue? -preguntó nerviosa.

- Bien... Mejor de lo que pudo haber sido.

- Ay... Nat... Wanda está bien?

- Sí, estoy bien, amor, pero no vinimos solas -dijo Wanda que entró al cuarto seguida de Melina.

Yelena se abalanzó sobre Melina desarmándose en sus brazos. Lloró mientras mamá le decía que estaba todo bien, que ya estaban juntas.

- Y papá? -inquirió Yelena cuando se soltó.

Hubo un silencio que le dijo todo.

- Desapareció... -dijo mi hermana al darse cuenta.

- Sí -respondió Melina.

Se sentó en la cama, al lado mío, Melina se sentó a su lado.

- Bueno... Si quieren las dejo hablar... -dijo Wanda haciendo ademán de irse.

- No, quedate -pidió Yelena.

Wanda se le acercó y se sentó en el piso, a su lado.

Unos minutos de silencio le bastaron a mi hermana para decir:

- Puedo estar sola un rato?

Asentí, tomé la mano de Wanda y salimos seguidas por Melina.

- Vas a estar bien? -pregunté.

- Sí, sólo necesito tiempo -respondió.

Emma nos esperaba abajo con galletitas caseras.

- Las hice con el abuelo -comentó.

Nos alcanzó el plato. Las tres tomamos algunas.

- Muy ricas -dijo Melina al probar la primera.

- Es una receta de Pepper, hacía mucho que no pasaba tiempo con ella así que le dije que cocináramos -explicó Tony apoyando su mano sobre el hombro de Emma.

- La tía? -inquirió mi hija.

- Está arriba, no creo que quiera que la interrumpan ahora, amor -dijo Wanda pacientemente.

- Puedo ir a darle algunas? Porque después llegan los tíos y se comen todas las galletitas, quiero que pruebe alguna.

Me reí porque era verdad, la comida en la mesada no dura a más de una hora intacta.

- Está bien, andá, tocá la puerta y si te dice que quiere estar sola volvés, sí? -propuse.

- Bueno.

Emma subió las escaleras con el plato en la mano.

- Muy buenas mas galletitas, eh, Tony -dije agarrando otra de la mesa-. Les salieron riquísimas, podrías cocinar más seguido con ella, le encanta.

- Sí, estaría bueno... Ustedes se van a quedar en la Base? Digo, todos, incluso Melina.

Miré a mí mamá que no sabía qué decir.

Iba a responder que ella ya tenía casa, pero recordé cómo Yelena la abrazó, aliviada, no podía alejarla de eso otra vez.

- Puede quedarse si quiere, a Yelena le haría bien -dije.

- Me encantaría poder quedarme... -comentó mamá.

- Entonces le voy a preguntar a Pepper en qué habitación te ponemos, alguna cerca de tus hijas -dijo Tony.

- Muchas gracias, Tony.

EMMA

Subí a darle galletitas a mí tía, no sabía si iba a querer abrirme, a veces le pasaba que no tenía ganas de hablar con nadie y se encerraba, yo no la molestaba, quería que tuviera su momento de tranquilidad, pero a veces también necesitaba estar acompañada.

Toqué la puerta.

- Un rato más, no quiero hablar todavía, Nat -dijo con voz grave, triste.

- Tía, soy Emma. Hice galletitas con Tony, y quería saber si te gustaría probarlas.

- Pasá, Emm.

Al entrar y verla, tenía el rostro colorado de llorar, era raro verla así, no solía llorar. Estaba en la cama, tapada.
Dejé las galletas en el escritorio y me acerqué. En silencio, me mentí en la cama y la rodeé con mis brazos en el intento de consolarla.

- Querés hablar? -pregunté.

- No, todavía no.

- Está bien -dije, sin moverme.

Recordé lo que hacía Wanda cada vez que yo me sentía así, entonces me levanté un poco para apoyar la espalda en el respaldo de la cama, Yelena recostó su cabeza en mis piernas y volvió a cerrar los ojos.

Con mis poderes, tranquilicé el ambiente para que ella pudiera descansar.

Le acaricié el pelo como a mí me gustaba, se quedó dormida unos minutos más tarde.

NAT

Al ver que Emma no bajaba, subí a chequear que todo estuviese bien.

Cuando entré al cuarto de mi hermana, me encontré con ambas dormidas, Yelena apoyando su cabeza en las piernas de Emma que tenía los dedos entrelazados con el pelo de la otra porque había estado haciéndole mimos.

Wanda vino detrás mío, sonrió al verlas.

- Dejémoslas dormir un rato, hasta que esté la comida -propuso.

Asentí y cerré la puerta para que pudieran descansar un rato más.

- Cómo amo a ese dúo -dije sonriendo incluso cuando bajamos la escalera.

- Se hacen bien la una a la otra, es eso lo que las une tanto -comentó Wanda.

Charlamos con Melina toda la mañana hasta que fuimos a despertar a Yelena y Emma. Mamá nos dio unos regalos que había traído desde la casa, para mi hermana era un chaleco nuevo, con muchos bolsillos como el que tenía puesto, el mío era una chaqueta negra, de las que solía usar siempre. A Wanda le regaló un collar que le encantó.

- Y qué es eso de la Habitación Roja? -preguntó Emma mientras comíamos.

Yelena casi se atraganta con la comida por lo abrupta que fue la pregunta.

- Es una organización que hace cosas malas -dije.

- Les hizo cosas malas a ustedes? -inquirió mi hija.

Miré a mi hermana, luego a Melina y por último a Wanda que asintió con la cabeza.

- Sí, pero estamos bien ahora, princesa.

No dijo más nada, pero sabía que aún tenía muchas preguntas por hacernos.

Esa tarde encontré otra razón para que Melina se quedara cuando la vi jugando con nuestros hijos. Pasó toda la tarde corriendo de un lado de la Base al otro, escondiéndose con Emma mientras Yelena contaba y yo me escondía con Wanda y los mellizos. Fue una tarde hermosa, que terminó con todos, inlcuso Pepper y Tony, prendiendo un fogón afuera para cenar bajo las estrellas.

Emma se sentó entre Melina y Yelena, Wanda las miraba con una sonrisa.

- Me gusta esta familia que tenemos -me dijo mientras comíamos-. Me gusta irme a dormir con vos todas mas noches, me gusta que mis hijos te digan mamá y sean tuyos también... Gracias.

Le di un beso en los labios y pude sentir su sonrisa.

El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora