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WANDA

La observé derrumbarse sin siquiera moverse. Las lágrimas comenzaron a caerle por el rostro. Apoyó sus codos en sus rodillas, se tapó la cara con las manos y lloró ahora con más ganas. 

- Amor... Perdón... Te juro que si hubiese habido otra opción la habría tomado... Pero...

- Lo sé -respondió sin mirarme a los ojos-. Sé que no lo habrías hecho si no hubieses creído que podías salvarnos. 

- Y al final fue en vano... 

Entonces me miró con sus ojos llenos de lágrimas. Me abrazó con todas sus fuerzas. Mi hija de siete años me estaba consolando a mí.

- Esto no debería ser así -dije-. Yo tengo que estar ahí para vos, cuidarte, consolarte... no vos a mí.

- Quién te hizo creer que yo no puedo ayudarte a vos? Las roturas no se sanan por intentar curar las de las demás personas, mamá, incluso las de tus hijos. 

Se quedó unos segundos mirando mi rostro.

- Tenés lastimado -dijo.

Posó sus manos en mis mejillas, cerró los ojos y de pronto una sensación extraña me invadió.

La cara ya no me ardía, pero al ver a Emma, ella tenía mi herida en el mismo lugar en el que yo la había tenido.

- Emma... Cómo...?

Se tocó la cara con una expresión de dolor.

- Yo... No sé... Sólo sentí que podía sanarte haciendo eso...

- Transportaste mi herida a vos...

- Sí... Mis poderes van evolucionando, parece.

Asentí, luego hablaría con Nat y Bruce al respecto.

- No podés devolverme la herida? No quiero que tengas eso ahí, arde -pregunté.

- No, no siento que pueda y no quiero que la sufras, yo puedo soportarla.

Sonreí.

- Papá, antes de morir, me dijo que te hiciera saber que eras su mayor orgullo, que cuidaras de la familia, pero no quiero que te pongas al hombro el peso de la responsabilidad, amor, sos muy chiquita todavía para se capaz de tanto, incluso siendo la persona más valiente que conocí.

- A mis hermanos los voy a cuidar de todas formas, sin importar cuánta responsabilidad sean para mí  -respondió.

Supe en ese momento que mi hija estaba rota. Comenzaría a crecer, a madurar más de lo que correspondía para su edad y no podía hacer mucho para ayudarla.

La abracé, se sentó en mis piernas apoyando la cabeza en mi pecho.

- Vi la foto -dijo-. La de los cinco anoche.

- Es hermosa.

- Sí, lo es. Es mi foto favorita.

- Es la mía también.

Volvió su mirada al suelo.

- Querés hablar? -pregunté.

- Qué te voy a decir? Quiero que papá vuelva... Pero no se puede.

- No, no se puede. Sólo podemos hacer que su esfuerzo haya valido la pena y ayudar al mundo a recuperar a los desaparecidos.

- Sí...

- Pero por ahora quiero que ustedes estén bien, ya veremos cómo logramos lo demás.

Asintió hundiéndose en mi pecho. La abracé como cuando era un bebé y lloraba porque quería contención.

Estaba con los ojos llorosos mirándome.

- Qué pasa si vos morís y yo sigo acá? -preguntó.

- Para ese momento serás una mujer y no me vas a necesitar más -respondí acaricándole la mejilla.

- Creo que siempre te voy a necesitar...

- Siempre me vas a tener a tu lado, así como a papá.

La habitación se llenó de un clima cálido, esperanzador. Emma estaba usando sus poderes para ayudarme.

Al rato se quedó dormida, la alcé y la subí a su cuarto. Me dio pena dejar a mi hija allí, sola, pero tenía que seguir hablando con los demás vengadores.

Pasé a ver a los mellizos que estaban dormidos en sus camas.

Al bajar sólo vi a Nat.

- Y los demás?

- Durmiendo.

- Por qué te quedaste?

- Estaba levantando los juguetes de los nenes.

- Gracias -dije ayudándola.

Luego nos sentamos en el sillón. Le conté sobre lo de Emma, ella estuvo de acuerdo cona teoría de mi hija, sus poderes evolucionaban.

- Sana a otros llevándose sus heridas a su cuerpo -dijo.

Ella me miró y comenzó a llorar de la nada, la abracé fuerte.

Al principio sólo nos quedamos en silencio mientras ella lloraba sobre mi hombro, terminamos hablando sobre lo que había pasado con Visión, luego de que se tranquilizara un poco. Nat estaba llorando por todo lo que habíamos tenido que atravesar y lo que aún nos quedaba, yo trataba de consolarla abrazándola pero seguía llorando.

Se suponía que todos estaban durmiendo, pero se oyeron pasos por la escalera y bajó Emma arrastrando con ella un peluche que había hecho con Visión unos años atrás. Se acercó a Nat sin decir nada y se lo extendió.

- Puede que ayude -dijo.

Nat instantáneamente la abrazó y Emma hizo lo que sabía hacer, utilizó sus poderes para hacer del aura del lugar algo más cálido. Nat sonrió y la fue soltando a medida que Emma se iba dejando.

- Buenas noches -dijo mi hija subiendo otra vez las escaleras.

- Buenas noches, princesa -dije sonriéndole.

- Qué fue eso? -preguntó Nat cuando Emm se fue.

- Lo sentiste?

- Sí... Fue como si de la nada todo se convirtiera en algo cálido.

- Es parte del poder de Emma, sabe controlas el aura de los lugares, más que nada los asemeja a sus emociones, entonces sabe tranquilizar a la gente cuando la ve alterada y también la percibe. Debió haber sentido cómo estabas vos y no se iba a poder dormir hasta que te hiciera sentir mejor.

- Esa nena se ganó mi corazón desde el primer momento, pero ahora... -dijo mirando el peluche-. Se ganó todo lo que podía ganarse de mí... 

- Se acercan tiempos oscuros para todos... Pero vamos a poder, necesitamos estar juntos, que ni Emma ni los nenes salgan de los límites de la Base...

- Yo te voy a ayudar con todo -respondió mirándome, estábamos muy cercanas, casi demasiado.

- Gracias -dije sonriendo.

Esa noche hubo una tormenta que despertó nuevamente a Emma. Nat y yo estábamos en mi cuarto buscando unas frazadas para que se llevara ella al suyo.

Mi hija entró a nuestro cuarto entre adormilada y asustada.

- Mamá -dijo-. Hay truenos, el tío Thor no puede hacer nada para que se callen?

- El tío Thor está dormido, pero podés dormir acá -le respondí acariciándole la mejilla-. Esperá a que le encuentre la frazada a la tía.

Pero antes de que terminara de decirlo, Emma se sentó sobre Nat que estaba sentada en mi cama y apoyó la cabeza en su pecho. 

- Tengo sed -dijo mi hija.

Nat estaba por levantarse pero la frené.

- Apoyate en el respaldo, o acuéstense, voy a buscarle un vaso de agua y a ver a los mellizos -dije.

Asintió sonriendo. 

- Si podés chequear a Yelena... No le gustan las tormentas -dijo.

- Está bien.

El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora